Los motores de la economía real siguen apagados
El año electoral comienza con todas las miradas puestas en la economía. Tanto el gobierno como los analistas privados ponen todo su esfuerzo en dotar de consistencia económica y política al programa de ajuste negociado con el FMI y, en el caso de los segundos, en poner sobre la mesa la matriz de riesgos reales y financieros que afectarán a la Argentina, señala el informe de coyuntura de enero confeccionado por el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala.
En las últimas semanas, el frente monetario y financiero se fue despejando. El tipo de cambio se ubica en el piso de la zona de no intervención definida por el Banco Central, y el riesgo argentino se redujo desde los máximos observados en la última parte del año pasado.
A pesar de esto, por el momento, los motores de crecimiento de la economía real siguen apagados. El desenvolvimiento de las paritarias, en un escenario en el cual los indicadores laborales comienzan a tambalear, es incierto. Esto último, junto con el retraso en la desinflación inducida por la nueva ronda de aumentos en los precios regulados, pone serias trabas a la recuperación de los ingresos reales y el consumo.
Tanto la crisis como el elevado nivel de incertidumbre de cara a un año de elecciones ocasionaron un derrumbe de la inversión, lo cual deja a la recuperación de la cosecha y a las exportaciones como único componente que, con una alta probabilidad, contribuirá positivamente al crecimiento en el corriente ejercicio.
La falta de certeza respecto de en qué medida se va a recuperar la economía ya comenzó a hacer mella sobre la propia credibilidad del programa fiscal, en la medida en que los ingresos fiscales dependerán del desempeño de la economía real. En este escenario, con una política monetaria “en piloto automático”, los instrumentos con que cuenta el gobierno para administrar el ciclo económico son casi inexistentes.
En resumen, las autoridades deberán sostener un fino equilibrio: una economía “encorsetada” tanto en el frente fiscal como monetario ya no garantiza la estabilidad macroeconómica en el año electoral. Para que no cruja el frente fiscal, la actividad debe salir de su letargo sin afectar el equilibrio cambiario. La muñeca del gobierno para mantener a la economía sobre esta delgada línea será puesta a prueba una vez más.