¿Macri, un presidente débil o fuerte?
Argentina, al igual que la mayoría de los países sudamericanos, tiene como contexto político la existencia de democracias presidencialistas débilmente institucionalizadas. ¿Qué significa que la política sudamericana tiene una dinámica de baja institucionalización? En primer lugar que las reglas se cumplen parcialmente, que las leyes son lábiles en su aplicación y que las normas nunca llegan a cumplirse o lo hacen algunas veces en forma opuesta a la existente. En segundo término, estas democracias presidencialistas de Baja Institucionalización (DPBI)1 se caracterizan por la relevancia que tienen las fuerzas extrapartidarias, como son los empresarios, gobernadores, sindicalistas, militares, medios de comunicación, movimientos sociales, etc, frente a las agrupaciones políticas, las que suelen encontrarse internamente fragmentadas. Por último, en las DPBI la disputa política se despliega entre el presidente (y no el oficialismo) y la oposición. Es decir, la oposición siempre adjudica los males de la política del gobierno a la figura del primer mandatario. Los presidentes, para bien o para mal, son los responsables últimos (y la mayoría de las veces, únicos) de la performance de su administración. La ciudadanía, los actores políticos y sociales miran al presidente.
Entonces ¿cómo debemos mirar hoy a Mauricio Macri? ¿A partir de sus índices de popularidad? ¿De la valoración de su gobierno? Creemos que la mejor forma de abordar la fuerza o debilidad que hoy ostenta el presidente argentino debe hacerse a partir de analizarlos recursos de poder que el primer mandatario ostenta (o ha perdido) en el ejercicio de su poder. Esas serán las pistas clave para dar cuenta de la posición política institucional ventajosa o débil de Macri.
El líder de Cambiemos se encamina hacia la elección contando con recursos de poder muy distintos a los anteriores presidentes reelectos en nuestro país. Por lo tanto, la posición político institucional en la que hoy se mueve el primer mandatario no es lo suficientemente sólida para que se encuentre garantizada su reelección. Los recursos de poder con los que cuenta tampoco le aseguran una disputa ventajosa de cara al año electoral. Veamos más de cerca: ¿Qué recursos institucionales controla hoy Macri? Como ocurrió desde el inicio de su mandato no tiene mayoría absoluta en Diputados, ni en Senadores. Eso no le impidió la aprobación de leyes pero los años electorales la oposición suele ser menos amigable para la aprobación de una legislación embanderada en el ajuste estructural. Por otro lado, los recursos partidarios que con anterioridad habían sido controlados por el Poder Ejecutivo, hoy se observan más esquivos a su voluntad política. Los “tironeos” internos por las candidaturas en Córdoba, las disputas en Mendoza y Jujuy por el cronograma electoral, las peripecias ocurridas en torno al desdoblamiento de las elecciones en la estratégica provincia de Buenos Aires, y los intentos de disciplinamiento presidencial para la realización de elecciones concurrentes, evidencian que los tiempos en donde Macri gozaba del “fervor popular” quedaron lejos en el calendario. Las decisiones en materia judicial de finales del año anterior y principios de esta contrarias al gobierno (en especial las relacionadas con la Corte Suprema), demuestra que el control de dicho recurso de poder no es de la magnitud de hace unos meses.
Por otro lado, los recursos sociales que antaño gozaba el presidente se han ido evaporando al calor del declive de la situación económica. Más allá que el gobierno evitó a finales del año pasado, los anuncios de paro y movilización sindical, ya son muy escasos los gremios que apuestan sin discusión a la continuidad macrista. Muchos de sus dirigentes comenzaron a especular con formar parte de las listas de una, hasta hoy,lejana unidad del justicialismo, o de sumarse a alguna de sus partes.
En cuanto a los recursos financieros, Macri mantiene el apoyo de los grandes empresarios, y de su principal financiador, el FMI. A pesar de ello, las críticas públicas de algunos integrantes de la UIA, de los sectores del “campo” y de las pymes en el plano industrial evidencian que le resultará muy complicado al presidente volver a “enamorar” a los sectores productivos, que hoy ven con desesperanza el proceso económico que se avizora a futuro. El apoyo sostenido de los medios concentrados es uno de los recursos de poder que el presidente aún conserva, pero el bloque de medios afines que el primer mandatario había construido en los últimos años, comienza a mostrar fisuras (débiles aún) que pueden ocasionarle problemas a Macri en el contexto electoral.
Por último, los recursos de apoyo ciudadano y de movilización son los que más se han apagado en el último año. El descenso perceptible de la imagen y el apoyo al presidente observable “en la calle”y medido por consultoras de distinta procedencia ideológica revela un descenso pronunciado tanto de expectativas, como de apoyo a la figura del presidente. Sin embargo, el primer mandatario aún conserva, a decir de esos estudios, un “núcleo duro” de un cuarto del padrón que es parte del piso de la derecha argentina. Sin embargo, el rechazo superior al 50 por ciento manifiesta las dificultades del oficialismo de cara a las elecciones presidenciales de octubre.
Todo esto repercute en forma directa en el armado opositor, en donde las estrategias de unidad, impensadas hace un año atrás, comienzan a ubicarse en el primer plano. La competitividad opositora, en este contexto, opera como un factor explicativo de la pérdida de recursos de Macri. La estrategia de unificación (o de escasa fragmentación) del peronismo se mueve como en el tango, al compás del debilitamiento de la posición política institucional del presidente.
¿Significa esto que las posibilidades de reelegir de Macri son bajas? La dinámica política argentina ya ha dado muestra en el pasado que las simpatías (y rechazos) electorales no suelen mantenerse fijas durante mucho tiempo.
Por último, desde hace tres años, los oficialismos sudamericanos no las han tenido todas consigo en materia electoral. Las victorias opositoras en las presidenciales de Perú, Chile, Colombia, Brasil, México2 en este último trienio revelan que los gobiernos no llevan una ventaja estratégica intrínseca. Sin embargo, a favor del macrismo jugarán las necesidades estratégicas de EE.UU. en este contexto geopolítico actual, y la resolución de la crisis política en Venezuela. Si el gobierno de Donald Trump le otorga un carácter “especial” a la compulsa argentina, la pérdida de recursos de Macri señalada arriba podrá ser compensada por la influencia norteamericana.
El juego sigue abierto y el devenir futuro estará marcado por decisiones internas (aumento o pérdida de recursos de poder de Macri) y externas (necesidades de la política exterior de EE.UU.) a nuestro país. Sin embargo, de continuar esta tendencia esquiva a la consolidación de recursos de poder presidencial, Macri puede convertirse en el primer presidente sudamericano desde los años ochenta que va en búsqueda de la reelección y no la consigue. La reiteración acrítica de un modelo económico fracasado y sostenido por los recursos mediáticos y de los grandes grupos de poder financiero nacional e internacional, no suele ser el lugar más factible para una reválida electoral. Veremos, en el corto plazo, si el macrismo es capaz de superar esta ecuación.
Publicada en Página12
- Tomo este concepto de los estudios de la politóloga argentina María Matilde Ollier.
- http://artepolitica.com/articulos/todo-esta-perdido-en-latinoamerica/
* Doctor en Ciencia Política.
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