La libertad de prensa a los palazos limpios
La Policía de la Ciudad protagonizó un nuevo avance contra el derecho a la protesta. A menos de una semana de desarmado el último verdurazo que organizó la Unión de Trabajadores de la Tierra echando gases lacrimógenos sobre productores y compradores el viernes pasado, ayer desalojó violentamente las inmediaciones del Congreso de la Nación en donde trabajadores de la imprenta recuperada Madygraf realizaban un cuadernazo para reclamarle al Gobierno nacional por una licitación que le quitó el Ministerio de Educación.
La caza policial culminó con dos reporteros gráficos golpeados y detenidos, llamativamente los dos habían registrado la represión del verdurazo de la semana pasada. Uno de ellos, Bernardino Ávila, fotoperiodista de Página/12. También fueron detenidos dos trabajadores imprenteros que quisieron impedir que los fotógrafos fueran detenidos. Los cuatro fueron acusados por la fuerza de seguridad por resistencia a la autoridad y lesiones. El hecho generó repudios en los ámbitos político, gremial, social y de la comunicación. Los cuatro finalmente fueron liberados a las 22, luego de 11 horas de detención.
Para denunciar que hubo irregularidades por parte del Ministerio de Educación en una licitación a la que se había presentado la imprenta recuperada, sus trabajadores decidieron salir a repartir cuadernos gratis a modo de protesta. En eso andaban ayer por la mañana, en las inmediaciones del Parlamento nacional, cuando la Policía de la Ciudad ejerció una vez más la línea de acción que, en sintonía con el Gobierno nacional, sostiene la gestión de Horacio Rodríguez Larreta para responder a la protesta social que periódicamente se da en las calles de la Ciudad ante las políticas de ajuste.
Así como el viernes pasado actuó frente al verdurazo que la UTT organizó en el barrio porteño de Constitución, ayer la Policía de la Ciudad rodeó a los trabajadores de Madygraf y comenzó a ejercer presión para ponerle fin a la manifestación que había cubierto la avenida Callao.
Eduardo Ayala, vendedor de Madygraf, estaba a cargo de la organización del cuadernazo en el espacio. Así relató el comienzo del operativo represivo: “Habíamos desplegado las mesas sobre la vereda del Congreso y estábamos empezando a repartir los cuadernos. Ocupábamos tres carriles de Entre Ríos, y dejamos libres otros tres. Entonces vino el comisario y me dijo si no podíamos liberar otro más, pero el cordón policial nos rodeó de pronto y nos empezó a empujar. Nosotros íbamos a liberar un carril más sin problemas, pero su intención no era esa sino corrernos del todo”.
Del otro lado del cordón policial, la fuerza perseguía a los reporteros gráficos. Avila, reportero de este diario, y Juan Pablo Barrientos, de la revista autogestionada Cítrica, estaban cubriendo la protesta cuando resultaron perseguidos, golpeados y finalmente detenidos.
Avila luego fue acusado por el oficial Raña de golpearlo cuando estaba retratando el cordón policial que encerró a los trabajadores de Madygraf contra el Congreso. Avila lo desmintió al señalar que el policía se le vino encima para evitar que tomara a foto. “El tipo se me viene encima y se come la cámara, se la come él la cámara”, contó, ya detenido. Relató que el mismo policía empezó a perseguirlo, luego, al grito de “es ese, es ese”. “Ahí empiezan a aparecer todos los policías a intentar agarrarme y yo mientras le intentaba hacer fotos al tipo, porque se me viene corriendo con el palo en la mano”, detalló. Avila le entregó los lentes y la cámara a un colega antes de que lo detuvieran. “Me tienen quieto, yo decía está bien está bien, en ningún momento me resistí ni nada, lo único que haca era taparme del loco que venía con el palo, que lo tengo fotografiado”, continuó.
También resultaron detenidos un reportero gráfico de Cítrica y otros dos hombres que intentaron defenderlos de la Policía. “Los compañeros que están adentro son los que me agarraban para que no me lleven. Nos empiezan a tirar gas, el policía que estaba encima mío se fuma todo el gas, es más le digo, mira lo que está pasando”, añadió Avila. Uno de ellos es Roberto Torres, que es electricista en la imprenta pero que suele cubrir fotográficamente las protestas de la cooperativa. Además de ser detenido, Torres recibió un fuerte golpe policial en la espalda. El otro es Kimey Miguez, un joven que vio como atacaban al fotógrafo y se abrazó a él para que la policía no lo llevara. “No lo voy a soltar” se lo escucha decir en videos que circularon por las redes.
Todos fueron trasladados a la comisaría número 8 de Villa Lugano y, por la tarde, llevados a declarar a la Fiscalía número 17 a cargo de Walter López. Fueron acusados de lesiones y resistencia a la autoridad. El secretario de Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro, justificó las detenciones de los reporteros con la supuesta existencia de imágenes que “están y hablan por sí solas”, habló de la existencia de “policías lesionados”. D’Alessandro insistió en que la fiscalía y la Oficina de Transparencia de la propia policía porteña debe analizar si hubo un exceso de la fuerza en la actuación de ese efectivo y los otros dos que golpearon al fotógrafo. “Si hubo un exceso y un actuar por fuera de lo que marca la norma le caeremos (al efectivo) con todo el peso de la ley. Pero si realmente el detenido es el autor de la agresión avalamos el accionar policial”, argumentó el funcionario. Para D’Alessandro la represión fue una “refriega”: “No vamos a tolerar la violencia” contra policías, añadió.
Avila y Barrientos fueron quienes también registraron la violencia de la fuerza el viernes pasado durante el verdurazo que organizó la UTT. Allí, el reportero gráfico de PáginaI12 perpetuó a una abuela recogiendo berenjenas revoleadas por efectivos mientras arremetían contra feriantes y clientes en una imagen que se volvió viral. La inmensa mayoría de las repercusiones que repudiaron su detención y la de su colega apuntaron a la labor de los reporteros en aquella represión. “Queremos denunciar que esto ha sido una represalia contra los fotógrafos por haber difundido la represión en el verdurazo en Plaza Constitución. Hasta que llegó el fotógrafo Bernardino Avila al cuadernazo no había ningún disturbio”, denunció el abogado de la Asociación de Reporteros Gráficos (Argra), Miguel Gaya.
La puerta de la Comisaría 8 se convirtió en un imán de trabajadores, referentes gremiales y políticos, que se congregaron para reclamar la liberación de los detenidos. Luego, se trasladaron a la Fiscalía 17, donde López les tomaría declaración durante el resto de la tarde. A las 22, los detenidos fueron liberados sin que llegaran a tomarles declaración, dado que toda la jornada del fiscal estuvo dedicada a escuchar los argumentos de los policías que participaron del operativo. “No llegué a declarar, sólo dije que quería dejar en claro que había sido víctima de una brutal represión”, contó Bernardino Avila a la salida, agotado luego de la larga jornada. “A nosotros nos golpearon por todos lados. Ellos nos acusan de lesiones que no les hicimos. El único golpe que reconozco es el que hizo el policía con mi cámara cuando levanto la mano por un movimiento reflejo cuando se me viene encima. Tengo 30 años de profesión y sé muy bien las consecuencias que podría tener golpear a un policía”, agregó.
(Fuente: Página/12)