El voto últil y la provincialización
(ADN).- El título de la nota surgió luego de conocerse el resultado electoral de Río Negro. Una primera lectura: no hubo opción de tercios. La elección se provincializó y se polarizó, y Juntos obtuvo el voto de los ciudadanos que optaron por el “status quo” bajo la consigna “para qué cambiar”.
La magra cosecha de Lorena Matzen, de la candidata de Cambiemos, sumó adhesiones al oficialismo y en el redil del macrismo se impuso el “voto útil”. Obtuvo pocos puntos arriba de los obtenidos por Horacio Massaccesi, como candidato de la UCR, hace cuatro años.
A Martin Soria no le alcanzó. No pudo o no supo presentarse como una opción al oficialismo conducido por Alberto Weretilneck. Se repitió el 2015 y el FpV cosechó el mismo porcentual de votos que Miguel Pichetto.
Ahora se abre el espacio para el análisis, asumir responsabilidades, medir errores y pensar a futuro con una base de votantes del orden del 30 por ciento, que históricamente el peronismo pudo mostrar en la provincia.
El voto diferenció nítidamente que la situación económica, el retroceso de la clase media, la crisis en la fruticultura, el comercio, las pymes y la industria, el pesar diario y los males de cada familia rionegrina, se facturan al gobierno de Mauricio Macri y que la estabilidad, la seguridad y un determinado estado de bienestar – cada vez menor- los garantiza el oficialismo.
Este concepto está arraigado y previendo un futuro con nubarrones en el país, no hubo convocatoria para modificar el status político en la casa de Laprida y Belgrano de Viedma.
Tampoco podría afirmarse que hubo un voto antiperonista y con prejuicios hacia Martín Soria, ya que en las elecciones nacionales de medio término, hace dos años, el FpV triunfó ampliamente con una candidata del mismo apellido: María Elena Soria, con el 49.3% de los votos. Y posiblemente gane en Río Negro en las elecciones nacionales.
Fue otro el contexto. El gobierno provincial había recibido múltiples expresiones de descontentos populares por su intención de instalar una planta nuclear en el territorio provincial; el candidato que inventó Weretilneck no logró adhesiones y en aquellos momentos las encuestas señalaban que la administración medía de mal a regular, pero el gobernador se mantenía al tope de la imagen de los políticos rionegrinos. El voto no se trasladó, aun cuando cada acto proselitista terminaba con Weretilneck levantando la mano de Fabián Gatti.
El intendente de Roca, equivocó la estrategia electoral. Las encuestas le daban el año pasado un triunfo seguro y con una diferencia de más de 20 puntos. Faltaba en la cancha un candidato excluyente en el oficialismo, que no acertaba con los ensayos de postulantes que recogían magra adhesión: Palmieri, Silva y Zgaib.
Finalmente, Weretilneck jugó a todo o nada. Se hizo candidato con una dudosa interpretación constitucional, Tiró la moneda, cara o ceca. Aun analizando el peor resultado, la estrategia era llegar a las elecciones con la campaña hecha y un alto porcentaje de ciudadanos con el voto decidido a su favor. El resto fue una brega personal, ir convenciendo a cada radical o macrista para que lo apoyen, mientras se alejaba del peronismo para no compartir el voto con el jefe comunal roquense.
Y como “cada carta tiene contra y toda contra se da” en esta jugada perdió Soria, quedó prisionero del debate judicial, no fue muy generoso en la búsqueda de adhesiones en la Babel peronista. Buscó un perfil y no traicionó sus ideas. Su propósito fue instalar el FpV en la Casa de Gobierno y no pudo. Tiene 43 años y un futuro para recorrer, donde sumará experiencia y amplitud de criterio político. El PJ de Río Negro tiene la chance de un triunfo peronista en octubre en el país y pensar en una revancha dentro de cuatro años.
Faltan todavía analizar con detenimiento el veredicto de las urnas en cada circuito y localidad, pero en la primera lectura, la performance de Lorena Matzen, fue un fracaso. Venía de sacar, con Cambiemos, hace apenas dos años, el 32% de los votos.
La responsabilidad de la derrota caerá sobre su figura, aun cuando todos saben que no es así, pero lo hará sin reparo la dirigencia macrista para salvar el pellejo y el radicalismo, para pasar agachados en su responsabilidad. Tampoco salvará la ropa Mauricio Macri, que no solo no vino a Río Negro, sino que ni siquiera envió un saludo de apoyo a su candidata. Ni hablar de visitas prometidas de primeras figuras de la coalición. Únicamente mensajes a la distancia y apoyos WhatsApp.
La dejaron sola, los intendentes radicales jugaron desembozadamente con el gobierno. Basta observar el triunfo de JSRN en Viedma y Cipolletti, ambas gobernadas por Cambiemos y con dos dirigentes que se mencionaron como eventuales candidatos de la alianza macrista.
A pesar de ser radical, sus propios correligionarios le dieron la espalda. Además, compitió electoralmente con la carga del descontento nacional hacia el gobierno de Mauricio Macri. Matzen hoy no inspira la confianza del 2017, incluso no se entendió el mensaje de un “Cambiemos a la rionegrina”.
También perdieron Sergio Wisky, Darío Berardi, Juan Martín, Aníbal Tortoriello, Javier Acevedo, José Luis Foulkes, además de intendentes y demás dirigentes locales y provinciales.
Mauricio Macri, al igual que en Neuquén, colocó tercera a su candidata y muestra otro pésimo examen electoral, a pesar que quiera disimularlo haciendo gala de sus vínculos con Alberto Weretilneck, quien acertó en provincializar la decisión final de los rionegrinos.
Se instalará en diciembre un nuevo gobierno que conducirá Arabela Carrera. Tendrá que exorcizar su despacho oficial donde inevitablemente rondará la figura del Alberto.
Junto con Alejandro Palmieri, tendrá que pagar facturas. Los triunfos de Viedma, Cipolletti y otras ciudades, se anotarán en la columna del debe. Ninguno de los dos puede presumir de líderes y de cautivar el encanto popular, son legítimos emergentes de una peculiar coyuntura provincial y nacional. Ahora les queda la responsabilidad de resguardar y acrecentar esta herencia no esperada.
La fórmula de JSRN ganó las elecciones a pesar de ella misma. Ganó Alberto Weretilneck porque supo traducir en la voluntad ciudadana el deseo de tranquilidad, seguridad y un espíritu conservador para no cambiar: “con lo que tenemos estamos bien”, aunque no sea así.