Listas a presión. ADN
La presión interna y externa fue la característica central del cierre de listas a diputados y senadores.
La Casa Rosada apretó al límite al gobernador Alberto Weretilneck para sea candidato a senador por Juntos por el Cambio. No solo hubieron operadores del gobierno nacional llenando de mensajes su teléfono, sino que el más incisivo fue Miguel Pichetto. La charla -aseguran- tuvo picos de tensión fuerte. «No te olvides que tenés que seguir gobernando hasta diciembre», habría sido uno de los mensajes.
El gobernador prefirió la boleta corta y mantuvo la independencia. No hay margen interno para esa jugada en Juntos. Una de las que más talló en sostener la provincialidad fue la gobernadora electa, Arabela Carreras, que sostuvo, desde su triunfo el 7 de abril, que el partido debe tener representantes propios en el Congreso de la Nación.
Así, el oficialismo concretó una lista a senadores que encabezará Weretilneck y la integrarán la ministra de Educación, Mónica Silva, y el legislador barilochense (hombre del intendente Gustavo Gennuso), Leandro Lescano. La nómina de diputados estará compuesta por el titular de la cartera de Gobierno, Luis Di Giácomo, la intendenta de Allen, Sabina Costa, y el ministro de Seguridad, Gastón Pérez Estevan.
Juntos tendrá la difícil tarea de competir sin candidatos a presidente y vice. Pero se entusiasma en lograr escaños. Su idea -basada en encuestas- es que hay un espacio entre la fórmula Fernández-Fernández y Macri-Pichetto. Según esos sondeos (que coinciden con datos del Frente de Todos) la preferencia del electorado es el kirchnerismo, pero con una cosecha del 50% de los votos. Y el macrismo, no supera el 15%.
La dificultad? La polarización. En la Casa de Gobierno temen que eso números cambien cuando la avalancha mediática nacional no de tregua. Además, intuyen que Pichetto puede levantar los guarismos iniciales por la ponderación que un sector del electorado haga de tener un vicepresidente de la provincia.
Así y todo hicieron las cuentas, Juntos requiere 100 mil votos para ingresar representantes al Congreso. No sería imposible. Imaginan una campaña dura, pero evalúan que -además del voto original- lograrán otros por corte de boleta. El oficialismo miró el cierre de listas y ve que «la lista macrista no es muy atractiva».
Cambiemos lleva de candidatos a senadores al ex intendente de Bariloche, Marcelo Cascón, a la candidata a concejal de Cipolletti del ARI, María José Manonelles, y al ex titular del Tribunal de Cuentas, Pedro Casariego del PRO. La lista de diputados la integran Sergio Wisky (PRO), Daniela Agostino (ARI) y José Liguen (FE).
El cierre también fue a presión. En principio, en el espacio no cayó bien la posibilidad que Pichetto incluyera un nombre. Demasiado lío interno ya tenía entre los antiguos socios como para además tener que sumar un extra partidario. Para colmo, en la semana surgió el nombre de la ex defensora del Pueblo, Ana Piccinini, lo que generó urticaria entre los boina blanca.
La interna radical fue un capítulo aparte. El presidente del partido, Darío Berardi, había dejado la orden de incluir en la cabeza de lista de senadores a Claudia Beltramino. Ante su ausencia, la responsable de hacer cumplir ese deseo era la concejal viedmense Genoveva Molinari. Pero la diputada Lorena Matzen recogió el veto de intendentes y comités de toda la provincia. Y se impuso Cascón.
En Cambiemos fue una bomba la llegada de Pichetto. Rompió el gorilómetro que no podía creer la inclusión de un peronista en la fórmula presidencial, pero enseguida amortiguó el golpe y salió a respaldar al senador. «Es un hombre de Estado», dijeron. En rigor, el ex jefe del bloque justicialista no es ajeno ideológica y políticamente al macrismo. Se siente cómodo en ese espacio y ayudó a aprobar las leyes más complejas de la Casa Rosada en el Congreso.
Los hombres de Macri alegan que el rionegrino no aporta votos pero sí volumen político. Los primeros días el efecto Pichetto fue positivo en la superestructura política y en el mercado financiero, y logró devolverle el centro de la escena al Presidente. Pero esperaban más. No logró llevarse muchos senadores con él (solo cuatro) y en la incursión por la provincia de Buenos Aires tuvo una magra cosecha. Sólo pudo colocar a Alberto Assef, como candidato a diputado nacional en el puesto 11, del partido UNIR, un sello que le permitió a este tradicional dirigente nacionalista negociar con bastante versatilidad ideológica en las etapas electorales. Esa maniobra de Pichetto estaba destinada a desalentar la participación en las PASOS del economista Espert, que se llevará votos macristas.
Muy a pesar de Pichetto, la mayoría del peronismo se encolumnó con Alberto Fernández. El resto, con Roberto Lavagna, que también pescó en aguas radicales.
Tampoco pudo sumar dirigentes en la Patagonia. La única que saltó el charco fue la neuquina Lucía Crexell del MPN a Juntos por el Cambio. No pudo llevarse a Weretilneck. No logró otros aportes, Zulemita Menem rechazó la oferta de ser diputada nacional por La Rioja y Claudia Rucci aceptó ir por la provincia de Buenos Aires. Muy poco.
Finalmente, el Frente de Todos lograba acordar sus nóminas. No sin enojos y con forceps. Debió intervenir el Instituto Patria. El dedo nacional es notable. Hubo acuerdo rionegrino entre Martín Doñate que encabezará la lista de senadores y Martín Soria, que liderará la de diputados.
Se impuso Cristina Fernández de Kirchner quien privilegió a los puros en el Senado. Así fue en todo el país. Por eso a Doñate lo acompañará Silvina García Larraburu, la senadora que integra el bloque de CFK. La barilochense imaginó ir primera, pero la decisión fue otra.
El cierre dejó afuera a la líder de RIO, Magdalena Odarda. También frustró las pretensiones de la dirigente del Movimiento Evita, Silvia Horne. Y hubo una sorpresa: a Soria lo acompañará la economista Graciela Landriscini. Su postulación surgió directamente del Patria. La novedad la acercó Oscar Parrilli.
Pero antes de la nominación, hubo rosca. El presidente del PJ quiso imponer su peso territorial (de Roca) y su cargo en el partido para ser senador. Pero no hubo forma. Confió en las buenas artes de José Luis Gioja y la lógica de Alberto Fernández. No estaba equivocado. Si hubiese prevalecido la norma típica peronista, tenía todas las chances. Pero se impuso Cristina, quien no definió por la lógica pejotista sino por las lealtades.
La ex presidenta bajó línea en todos los distritos. Al Senado deben llegar los kirchneristas paladar negro. No quiere rebeliones si le toca comandar la Cámara, ni dirigentes propensos al garrochazo si Macri reelige y Pichetto es vice.
La tensión en el Frente fue grande. Odarda logró varios respaldos en Río Negro y en Nación, pero no alcanzó para quedar en la listas de diputados y senadores. La dirigente de RIO es muy cuestionada por sectores del peronismo que prefirieron una «propia». Así llegó Landriscini.
El Instituto Patria fue clave en la negociación. Para relegar a Odarda y Horne explicaron: «La senadora colocó a su hijo en la Legislatura, fue candidata a vicegobernadora… ya está». «La Evita está paga. María Emilia va a ser intendenta de Roca y la va a suceder (la concejal de San Antonio, Ayelén) Spósito, de ese sector».
Pero lo que quedó claro es que el espacio ganador -al menos así indican las encuestas- fue el que más lío interno tuvo. Todo indica que obtendrá dos senadores y, al menos, un diputado. Además, si los Fernández ingresan a la Casa Rosada, se abre un abanico de posibilidades. Inentendible tanta virulencia.
Hoy, habrá elecciones en 15 municipios y todas las comisiones de fomento. Juntos espera confirmar la «ola verde». Seguramente el oficialismo cosechará más intendencias de las que hoy conduce. Y respalda a dirigentes de Cambiemos -como lo hizo con el PJ- en otras (como Fernández Oro) para ganar gobernabilidad.
Pero las miradas están puestas en Roca y Cipolletti. Nada indica que Soria pierda su bastión. Juntos acecha al hombre del PRO, Aníbal Tortoriello, y espera el «batacazo».