Reperfilando. ADN

El reperfilamiento de deuda que anunció Nación perjudica fuerte a Río Negro porque impide la libre disponibilidad del fondo fiduciario en dólares del Plan Castello. Es la tercer medida del gobierno de Mauricio Macri que impacta de lleno en las arcas provinciales. Y como toda acción tiene una reacción, Alberto Weretilneck reafirmó su distancia con la Casa Rosada.

A la pérdida de recursos coparticipables por el congelamiento del precio de los combustibles (600 millones de pesos mensuales), y la eliminación del IVA a productos de la canasta básica y el cambio en el mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias (1.000 millones hasta diciembre), se suma el cepo al dólar por el reperfilamiento de la deuda.

Río Negro tiene invertido un monto total de 87,8 millones de dólares en Letras del Tesoro (LETES) con vencimiento el próximo 27 de septiembre, pero quedó atrapado. Por la modificación del cronograma de vencimientos dispuesta por el ministro de Hacienda Hernán Lacunza, la Provincia recibirá sólo el 15% del total invertido en esa fecha. El resto será en el mes de diciembre (25%) y en marzo de 2020 (60%).

Ni bien comenzaron a sucederse las malas noticias, Weretilneck inició una demanda en la Corte Suprema por los combustibles. Se sumaron otras provincias petroleras. Después anunció el mismo trámite por IVA y Ganancias junto a 19 mandatarios, pero el ministro del Interior Rogelio Frigerio logró romper el bloque y cinco mandatarios -entre ellos el rionegrino- se inclinaron por el «diálogo», esperando una «compensación» de fondos que luego Lacunza se encargó de derribar.

Esos vaivenes venían molestando a Weretilneck. El líder de Juntos Somos Río Negro sacó a relucir su versatilidad y comandó la rebelión de los gobernadores, después frenó y aguardó una reacción positiva de Nación que nunca llegó. Y se decidió: nada habrá en este tiempo. Por eso profundizó su perfil opositor.

Fue esta semana en Bariloche, cuando salió a responderle al presidente Macri quien dijo que la crisis fue producto de las PASO y los gestos de la oposición, especialmente del candidato a presidente del Frente de Todos, Alberto Fernández.

“Lo que está sucediendo no es culpa de la oposición, es culpa de la debilidad del gobierno nacional que lo encuentra con una derrota muy fuerte y diríamos irreversible, y lo encuentra en una debilidad enorme desde el punto de vista de la economía”, sentenció.

Lapidario.

Weretilneck no solo ve debilidad en Macri. Su principal aliado, Miguel Pichetto, «está deprimido» después de las Primarias. Así lo relatan quienes lo conocen. Con el senador fuera de combate y las medidas nacionales ya no hay «acuerdo» que valga con el macrismo.

Incluso, ya se habla en ámbitos nacionales que la pata peronista del macrismo, el lavagnismo y los partidos provinciales podrían conformar un bloque «aliado» al del Frente de Todos, que incluiría a Luis Di Giácomo si llegara (todo indica que sí) a obtener un escaño en el Congreso.

Del mismo modo que se reperfiló la deuda con el FMI, se está reperfilando la política. Ya nadie cree en el milagro de octubre. Pocos dirigentes del oficialiasmo (excepto Elisa Carrió con su prédica extremista, una suerte de mezcla de guerra santa y republicanismo conservador amalgamado con una dosis de anti peronismo), están entusiasmados con el resurgimiento de Macri. Llamativamente se sumaron algunos radicales, casi con culpa, como para que desde el PRO no los sindiquen como un partido en retirada antes que se hunda el barco.

En Río Negro es notable el abandono al Presidente. Sólo la diputada radical Lorena Matzen (titular del partido) hace campaña y tiene expresiones de respaldo a Cambiemos. Los demás, brillan por su ausencia. El PRO y el pichettismo, mudos.

Ante ese atronador silencio, Weretilneck se siente habilitado a reperfilar su rumbo político.

«Alberto Fernández es un hombre de experiencia, que ha estado en los primeros años de la gran crisis y el apoyo de los gobernadores que van a acompañar mucho, el peronismo, la CGT, las cámaras empresariales, le va a permitir conducir el barco”, dijo. “Lo que llama al cambio es la crisis económica. El problema del bolsillo que tenemos todos, porque la está pasando mal toda la comunidad y se votó pensando en contra de Macri” manifestó. Y remarcó: “Alberto Fernández no tiene ninguna culpa, es un país democrático”.

Las declaraciones del gobernador no solo constituyen un fuerte respaldo al candidato del Frente, sino que sacuden el discurso de la Casa Rosada respecto de las responsabilidades del momento. Opera como una disrupción en el discurso presidencial. Es un «hacete cargo Mauricio». La crisis ya no puede ser un problema de herencia ni de medio a un futuro populista, es producto de la mala gestión actual.

Y sin quererlo (al menos no hubo una intencionalidad en su alocusión), defendió el sistema electoral, uno de los pilares de la democracia. Para el Presidente, el problema fueron las PASO, «que no sirven para nada, son solo una encuesta oficial y caras». Pero a pesar de los amagues, el gobierno nacional nunca derogó las Primarias, por lo tanto una expresión popular legal y legítima, no podría ser el desencadenante de una crisis económica y social como la actual.

La idea sólo un puede surgir de un espacio que crea en el voto calificado o que se arrogue ser la República, un concepto tan peligroso como el que aseguran querer combatir.