Nueva etapa. ADN
El oficialismo rionegrino comenzó una nueva etapa. El ascenso de Arabela Carreras al poder supone un cambio en el ejercicio de la gestión del Estado, más moderno, con innovación tecnológica y de cara al mundo buscando mercados extranjeros para la producción.
También se modificará la relación en el Gabinete, que tiene varios funcionarios que provienen de la gestión Weretilneck. La gobernadora marcará una línea de trabajo y habrá libertad de acción. No estará, como su antecesor, en todas y cada una de las decisiones, lo que supone una exposición (para bien y para mal) de los Ministros y funcionarios que tendrán otra visibilidad.
Alberto Weretilneck impuso un esquema centralizado en la toma de decisiones, incluso de doble comando en los ministerios. Esto le permitió la subsistencia a varios titulares de las diferentes carteras y sobrevivir en sus puestos, ya que el ex gobernador funcionó como pararrayos de las críticas.
El desafío de Carreras es dar un salto de calidad. Busca pasar del Estado «puntero» al Estado «profesional». Eso tendrá un impacto en la política. Salir del esquema «veranista» (la gestión de gobierno puesta al servicio de los triunfos electorales más que de la calidad y los resultados de las políticas públicas) que se mantiene desde los 90, a un gobierno que potencie a la Provincia.
Para ello, las economías regionales (ganadería, pesca, agricultura, fruticultura, turismo, energía) serán centrales. Si esos esquemas comienzan a derramar riqueza, generando fuentes de empleo, uno de los objetivos estará cumplido. También deberá lograr despapelizar los trámites y brindar servicios (educación, salud, seguridad, comunicación) de calidad.
Tiene los cuatro años que le otorga la Constitución, un partido consolidado y en expansión (18 intendentes, 28 legisladores, la mayoría de los comisionados de fomento, un diputado y un senador), y el vínculo con Nación que comenzó a construir el mismo 7 de abril, cuando ganó la elección. Para colmo, la oposición no le supone un desafío complejo. El macrismo solo tendrá un legislador y aún debate si la alianza seguirá en pié. Y el Frente de Todos quedó golpeado después de la derrota provincial: perdió intendentes y su bloque está en tensión permanente.
Weretilneck es y será el «gran conductor» del espacio. Logró en ocho años lo que otros dirigentes a lo largo de la historia de Río Negro no pudieron: armar un partido provincial de proyección en el gobierno por décadas. Seguirá presidiendo el partido y pretende lograr trascendencia nacional a partir de la Comisión de Energía en el Senado, cimentado en el potencial de Vaca Muerta.
Quizás, el desafío de Carreras esté en la inevitable comparación de estilos. La gobernadora buscará -de a poco- ir consolidando su espacio y su poder. Lógica política pura.