Sin salud comunitaria y social, no hay salud mental

Habiéndose cumplido dos años de la sanción de la nueva Ley de Salud Mental (26657), el día Mundial de la Salud Mental, y conmemorarse el día Nacional del Psicólogo, es pertinente prestarnos a unos minutos para reflexionar.

El Psicólogo debe llamarse a una profunda auto e inter-reflexión, para analizar el rol que debería ocupar como agente de la salud. El contexto social que atraviesa el mundo, y en particular nuestro país, nos llama urgentemente a ser abogados de la Salud Mental Comunitaria. No pretendo con esto, desprestigiar ni menospreciar la actividad clínica y privada, pero si generar conciencia en las nuevas generaciones de Psicólogos que asoman para que se comprometan por el cambio, y la militancia sanitaria y social. Al principio y al final de las cuentas, llegamos a una conclusión, toda salud es interdependiente de la otra.

No podemos quedarnos de brazos cruzados, ante la falta de reglamentación de la ley 26657. Hay sobradas muestras de que Argentina es un país de avanzada en materia legislativa, pero esto no alcanza. No puede ser posible que hace dos años se haya sancionado la nueva Ley de Salud Mental, y desde el ejecutivo nacional no se la haya reglamentado, dejando librada al azar la situación de los usuarios de los servicios de salud mental, tanto públicos como privados. Debemos poner el grito y la psiquis en el cielo, forzando a que la salud mental escale en la agenda gubernamental. Discusiones y conflictos oposicionistas, ley de medios, Lanata, Clarín, Moreno, “cepo” cambiario, hacen al “bienestar” de unos pocos, en cambio la salud mental es patrimonio de todos.

 

Nuestro deber es situar al Hombre como Sujeto de Derecho, dejando de hacer foco en la patología, para buscar más herramientas para la inclusión, para la educación, para el fortalecimiento de los vínculos, en lo saludable. Los usuarios de los servicios de salud mental, no tienen que estar internados ni un minuto más, ni un minutos menos, de lo pertinente a la singularidad de cada situación. Se deben erradicar los hospicios y manicomios de todo el territorio argentino, pero no cerrándolos y expulsando a los usuarios a la calle, sino reemplazándolos por Servicios de Salud Mental y Adicciones en al menos un Hospital General en cada provincia. El cambio, está en el fortalecimiento de los Centros de Atención Primaria de la Salud, las Casas de Medio Camino, los Centros Comunitarios, etc., como objetivos clave para evitar la institucionalización, y bogar por la externación saludable.

 

La actividad comunitaria, esa que saca a nuestros pibes de las calles y las drogas, a nuestros “locos” de los hospicios y los manicomios, no puede quedar sujeta a la voluntad y el idealismo de unos pocos actores sociales, debe ser una política de estado y un compromiso de todos. Esos actores sociales y agentes sanitarios que luchan contra viento y marea para lograrlo, deben ser nuestro ejemplo para demostrar que sí se puede.

 

Los psicólogos hemos dejado ya el rol de custodios de la exclusión y el encierro, para hacernos cargo del rol de Actores de la Inclusión Social. Las actividades comunitarias, no solo funcionan como espacios de contención y esparcimiento, sino como herramientas para fomentar la marca y la organización subjetiva.

 

Sobre esta premisa, debemos abordar necesariamente 3 ejes:

 

-Salud Mental Comunitaria

-Rehabilitación y calidad de vida

-Protección y promoción de los derechos y la ciudadanía

Tanto la Psicología Comunitaria, como la Psicología Clínica, no tienen razón de ser sino luchan por la salud de toda la comunidad. Porque sin Equidad Social, sin Solidaridad, sin Salud Comunitaria, no hay Salud Mental que valga.

Gastón Gutiérrez. Estudiante de Psicología, USAL

gaston_viedma@hotmail.com