Las reservas, devaluación y la recuperación económica
“La dinámica de pérdida de reservas y aceleración del ritmo de devaluación en el tipo de cambio oficial generan obstáculos adicionales para la continuidad de la recuperación económica, y serán el foco de la agenda de la política económica en los próximos meses”, señala un trabajo del Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET), perteneciente a la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET).
El informe titulado “Los riesgos de la incipiente recuperación en curso”, señala que el “el acuerdo por la deuda no consiguió aún disipar las tensiones financieras en materia de riesgo país y de presión cambiaria” y considera que “el proceso se agravó con la compra de dólares al cupo permitido de 200 dólares mensuales, que creció de manera inusitada hasta llegar a fines de julio a 4 millones de compradores, por un monto agregado equivalente a 750 millones de dólares, casi la mitad del saldo comercial de ese mes”.
El incremento de la demanda por dólares (y la retracción de la oferta) pone más presión sobre las reservas del BCRA. Por ende, “la autoridad monetaria termina convalidando un aumento del ritmo de devaluación para evitar una pérdida mayor de reservas”, indica el trabajo del Instituto Estadístico de los Trabajadores.
Tarde o temprano, el mayor ritmo de devaluación impacta en la dinámica de precios, provocando aceleraciones de la tasa de inflación que inciden en la distribución del ingreso y en el nivel de actividad por dos vías diferentes. Por un lado, la aceleración de la inflación resultante del ajuste del tipo de cambio produce una disminución del salario real, provocando una distribución más regresiva del ingreso y disminuyendo la propensión a consumir de la economía, con efectos negativos sobre la actividad y el empleo.
Por otro, la misma aceleración inflacionaria lleva a una disminución del poder de compra de las transferencias monetarias del gobierno (como el IFE o las ATP) y, más en general, disminuye el poder de compra de todo el gasto público, reduciendo el efecto expansivo de la política fiscal.
De acuerdo con el informe, si bien los últimos datos de actividad parecen confirmar un proceso de recuperación gradual, tal indicador emerge fuertemente asociado con la política fiscal expansiva desplegada por el gobierno en el peor momento de la crisis económica.
En abril, la política fiscal se hizo considerablemente expansiva y el gasto público total, en términos reales, creció 43% y 40% en mayo respecto del mismo mes del año anterior.
Más aún, el IET expone que el contexto de desaceleración del impulso fiscal del último mes abre interrogantes sobre la intensidad de la recuperación en curso, dado que los otros factores de demanda (inversión privada, masa salarial, exportaciones, construcción privada y consumo financiado con crédito) aparecen todavía muy debilitados o en retracción.
La construcción privada tuvo una recuperación importante tras la caída de abril. Los despachos de cemento (considerados como proxy del nivel de actividad del sector) crecieron 47,5% mensual en mayo y 28,6% en junio (recuperando ampliamente la caída del 20% de abril). No ocurrió lo mismo con la construcción pública, que se movió en niveles mucho más modestos. Debe notarse que la construcción (pública y privada) representa poco más del 6% de la demanda agregada, lo que permite ponderar mejor la performance reciente, indica el IET.
El estudio refiere también que, tanto en 2003 como en 2009, el gasto público siguió motorizando la actividad incluso en la fase posterior al epicentro de la crisis. Cabe recordar que en tales episodios también crecían otros factores de demanda, como los salarios reales, la inversión privada y la construcción, que en el caso actual están ausentes o aún son muy débiles como para reemplazar el empuje público.