¡Despierta! Rio Negro ● Jorge Castañeda

Decía Saint Exúpery en su libro “Tierra de hombres” refiriéndose a la Patagonia viéndola desde su avión que “en la noche sombría centellaban, solas como estrellas las pocas luces dispersas en la llanura”. Y “que cada una señalaba, en ese océano de tinieblas, el milagro de una conciencia. En aquel lugar leían, o reflexionaban, o proseguían las confidencias. Allá amaban. De distancia en distancia brillaban esos fuegos que reclamaban su alimento. Hasta los más discretos: los del poeta, los del maestro, los del carpintero. Pero, entre esas estrellas vivientes, cuántas ventanas cerradas, cuántas estellas apagadas, cuántos hombres dormidos…”

Y más adelante agregaba que “es preciso tratar de comunicarse con algunos de esos fuegos que arden, de distancia en distancia, en el campo”.

Concebía así nuestro país el autor de El Principito como un espacio semivacío donde munchas conciencias dormían entre unas pocas que velaban en el silencio de la noche.

¿Será así en la tierra de los rionegrinos?  ¿Cuántos duermen en sopor de la indiferencia? Y –tristemente- ¡Qué pocos hombres despiertos velando sobre el destino de la provincia y sus asuntos! De esta provincia maravillosa que fue hechura de los pioneros que soñaron para ella un destino de grandeza, con el tesón propio de los patagónicos.

Río Negro necesita que sus hombres despierten, que acompañen el latido cotidiano del quehacer provincial con sus aportes, con sus dolores, con sus alegrías involucrándose hasta el tuétano en las grandes causas del desarrollo rionegrino. Desde sus dirigentes que son los principales responsables hasta el más humilde de sus habitantes. Y que les rebele “la indignidad de quienes la engañan y trafican”, porque esta no es la hora de los timoratos ni de los débiles, sino de los hombres cabales que comprenden que el destino individual de cada uno no se realiza sino en el destino liminar del Estado. Un Estado con políticas integrales de desarrollo, con una armonía del conjunto, buscando en la mejor forma de lo posible el bienestar general, desterrando las prácticas menudas de reyertas sin grandeza y los personalismos que nada bien le hacen a nadie. Cuando esas cosas pasan, es cuando la dirigencia ajena al pueblo que los votó está durmiendo en el sopor de su propio fracaso. Y necesitamos-decía- conciencias despiertas para que Río Negro también despierte.

Ahora más que nunca ha llegado el momento de marcar las diferencias entre dormidos y despiertos porque “la ecuanimidad de la conciencia no se distingue ya con la paz, sino con una lucha de cada hora contra los que en todos los campos de la humana actividad son gobernadores de las tinieblas, los déspotas, los perseguidores sangrientos de las criaturas despiertas. Es decir, los que matan según la única ley de sus odios deliberados o mejor dicho  sistematizados”

Es necesario despertar, sobre todo los jóvenes tan defraudados y engañados. Y que al ver algunos pocos despiertos tengamos la esperanza como Eduardo Mallea de decir que “Yo mismo parecía haber pasado a algo mejor que yo, haberme encontrado de pronto relevado en mi guardia, de pronto frente a unos hombres nuevos, con la expresión de la inteligencia y el coraje, en quienes no sólo podía confiar sino a quienes entregar mis armas seguro de que mientras me acogiera no al sueño sino otra vez al insomnio preocupado y la meditación sin descanso, oiría el ruido isócrono de sus pasos, el ruido de sus estar despiertos sobre una tierra dormida”.

Parafraseando a Ortega y Gasset debemos despertar las conciencias dormidas y decirles: rionegrinos, “a las cosas”. Pero a las cosas importantes, las trascedentes, porque los hombres y en especial los políticos “no son dueños de sus fines, sino de sus caminos”. Y queremos una provincia que sea una conciencia en marcha, desgarradora tal vez, impotente ante el desafío de los nuevos tiempos, pero conciencia al fin: viva y latente.

Decía Donne que “nadie duerme en la carreta que lo conduce de la cárcel al patíbulo, y que sin embargo todos dormimos desde la matriz hasta la sepultura, o no estamos enteramente despiertos”. Y una de las misiones de los avisados debe ser despertar al hombre que viaja hacia el patíbulo.

¡Despierta Río Negro! Que tal vez ha llegado tu hora y la historia te busca.

 

 

Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta000