Desde la derecha con identidad propia
(ADN). – Aníbal Tortoriello es distinto y está fuera de los parámetros de la hechura de los políticos rionegrinos. Hace política casi desde la anti política, su militancia está fuera de las estructuras partidarias y su formación empresarial le brinda un campo ajeno a las teorías y el debate sobre la tradicional construcción del poder.
Reconoce que llegó “de grande”, luego de años de construir una empresa de transporte que inició familiarmente como camionero, pero también entendió que en esa construcción nunca estuvo ajena la política y así fue como “negoció” con el poder muchos de los progresos empresariales, porque el Estado siempre es buen cliente, no importa quien lo ostente.
Llegó a gobernar su ciudad sin partido y su aproximación fue la CC-ARI y desde ese punto arribó al macrismo, un modelo de su gusto personal. En Cipolletti terminó mal su gestión y perdió el municipio en manos del oficialismo de JSRN, una cruzada política con el sello de Alberto Weretilneck, pero la política le dio revancha y fue el escenario de las PASO la oportunidad de ganarle de nuevo en su casa al ex gobernador. Esto hace que ambos se consideren adversarios y principales protagonistas de la pelea doméstica que hoy se traslada a toda la provincial.
Para Juntos el avance de Tortoriello ya trasciende a Cipolletti, si bien es la principal herida abierta, observa con atención una proyección a las provinciales del 2023, que debe evitar. El presidente del PRO se quedó con JxC y quiere ser gobernador, ya es una obsesión y a pesar que sus asesores le insisten en que debe criticar al gobierno nacional y al kirchnerismo, para él la pelea es en Río Negro y el gobierno de Juntos es el adversario a derrocar.
Es obstinado -escaló cinco veces el volcán Lanin- y va con fuerza detrás de sus objetivos, por esto -como ejemplo- no dudó hace meses atrás en reunirse en Las Grutas con Miguel Irigoyen, controvertido ex presidente de la Lotería de Río Negro, imputado judicialmente en causas de corrupción, ya prescriptas. Políticamente incorrecto, Tortoriello visitó el emprendimiento rural de Irigoyen con un proyecto turístico en un establecimiento donde además se producen olivos y se engordan animales en fett lot. Su propósito destacar el emprendimiento privado, y sin prejuicios, lo que ningún político hubiera hecho. Desde el PRO le marcaron ese hecho como un error.
Esto es precisamente lo que distingue al candidato a diputado nacional de JxC. No se ajusta a los cánones de la política tradicional. El PRO y la CC-ARI son sus pilares en Río Negro, espacios de poca inserción territorial y con un solo diputado provincial y por lo tanto no tiene dirigentes de mayor peso a quien rendir cuentas. Por esto relativiza su relación con la UCR y sólo está a gusto con el sector que lo acompañó en la interna contra De Rege y Jalabert. En el oficialismo radical siente un “tufillo” de la vieja política de la cual reniega. Este convencimiento lo llevó a enfrentar al radicalismo en la discusión de la elección del diputado nacional de Juntos por el Cambio en primer término y sin resignar un ápice dio un portazo, que lo hizo ganador.
Entonces no dudó cuando sugirió un bajo perfil en la campaña electoral de noviembre de Lorena Matzen, diputada nacional radical que votó por la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). En estos temas, como en otros, Tortoriello no especula, como habitualmente se estila en política y no quiere atisbos de «progresismos» que vincula al «populismo».
No tiene temor a perder votos de las estructuras políticas que conforman JxC, porque confía en su llegada a una derecha liberal “de época” que ya demostró simpatías con dirigentes nacionales como Milei y otros. Tampoco se entusiasma con tener de socios a los radicales que siempre criticó y que visualiza como socios de su adversario Weretilneck.
Confía mucho en su base electoral del Alto Valle, iglesias, empresarios, votantes antiperonistas, críticos a la presión impositiva del Estado, irritados por los planes sociales y mezquinos en los derechos ciudadanos como el movimiento LGBTQ, espacio social sobre orientación sexual e identidad de género ciudadano. En esto pretende diferenciarse del resto de los partidos y quiere capitalizar ese voto.
Hay un público que se identifica con presencia y en buen porcentaje con este proyecto ideológico de derecha que ofrece el PRO y la CC-ARI, con sectores católicos y de iglesias evangelistas, pero que no es propio de la totalidad del radicalismo, y eso puede ser un problema para los proyectos de Aníbal Tortoriello.