Miguel Esteban Hesayne y el golpe de Estado de 1976
(ADN). – A 46 años del golpe de Estado cívico militar-religioso y empresarial bien vale un homenaje al entonces Obispo de Viedma, Miguel Esteban Hesayne, quien tuvo una actitud valiente frente a la dictadura militar, solidario con presos y perseguidos y una voz que dignificó a la curia viedmense, tal como lo hicieron también Jaime de Nevares, en Neuquén; Jorge Novak, en Quilmes y Enrique Angelelli, y un sin número de curas que desde los barrios humildes del país, también hicieron honor a sus juramentos.
Varias familias de la capital rionegrina y de otros ciudades dan fe de la incansable tarea pastoral desarrollada por «el turco», profundamente humanitaria en favor de la vida de quienes sintieron la persecución, la cárcel, prescindibilidad laboral, pérdida de fuente de trabajo y desocupación.
Es conocido que la actuación de la iglesia católica durante la dictadura militar generó a numerosas polémicas. Entre el conjunto de los obispos y los sacerdotes se diferenciaron dos actitudes: de denuncia y de acompañamiento a la familia de las victimas, por un lado y de aprobación y colaboración con la política represiva por otra.
Los curas del Movimiento para el Tercer Mundo, junto a demás religiosos desarrollaban su acción pastoral en zonas carenciadas y fueron victimas directas de la represión del terrorismo de Estado, como fue el caso de la matanza de monjes de la orden de los Palotinos, en el barrio porteño de Belgrano; el asesinato del obispo de la Rioja, ocurrido el 4 de Agosto de 1976, mediante un accidente automovilístico simulado y el secuestro y desaparición de dos monjas francesas Alice Domond y Leonie Duquet, en la ESMA.
Obispos de la diócesis de Viedma, de Neuquén y de Quilmes, fueron los mas comprometidos entre los miembros del episcopado de la iglesia católica que se opusieron a la represión y colaboraron con los familiares que indagaban por el paradero de los desaparecidos. La mayoría de los otros obispos adopto, en cambio, una actitud pasiva o, en algunos casos, de franca complicidad por apoyo al gobierno militar. En algunos casos -en particular, los sacerdotes vinculados directamente con el ejercito- la actitud fue mas allá del apoyo en declaraciones publicadas o en misas y homilías.
Carta de Hesayne contra la dictadura
El 24 de abril de 1977, el obispo de Viedma, Monseñor Miguel Hesayne, envió una carta al ministro del Interior, general Albano Harguindeguy, luego de una reunión que tuvo con el militar.
La tituló Carta por la vida:
» Regresé de la entrevista angustiado, apenado y embargado de un gran temor por el futuro inmediato de nuestro país.
Se debe a que no sólo encontré en la conversación mantenida con usted errores, ampliamente comprensibles, sino abierta declaración de principios de acción contrarios a la más elemental moral cristiana. La tortura es inmoral, la emplee quien la emplee. Es la violencia y la violencia es antihumana y anticristiana…
Ahora, desde la alta oficialidad se reniega prácticamente del Evangelio al ordenar o admitir la tortura como medio indispensable en algunos casos… Dios no puede seguir bendiciendo a fuerzas armadas que ultrajan a criaturas suyas, bajo el pretexto que fuere… Fuerzas Armadas que torturen no saldrán impunes antes Dios Creador. Acá radica mi angustia y honda pena, que hoy es ya un gran temor por el futuro del país… La paz que merece ser vivida… será cada día mas lejana en un país donde seguimos escuchando declaraciones de ética cristiana a un nivel de gobierno, pero a otro nivel y sobre todo a nivel ejecutivo se toman actitudes abiertamente anticristianas. ¿ Puede un obispo no elevar su voz cuando es violado el templo vivo de Dios, sobre todo por quienes se proclaman católicos e hijos de la iglesia Si en nuestra historia hubo pena de excomunión para quienes violaron templos materiales, ¿ Que pena merecen los que violan torturando los templos de Dios… templos vivos…? Y éstos son todo hombre o mujer para ser tal.»