Voto joven ● Julio F. Ortiz
EL 31 de octubre se promulgó la Ley del sufragio optativo para aquellos ciudadanos y ciudadanas argentinas cuya edad se encuentra entre los 16 y 18 años. Tema por demás interesante, teniendo en cuenta la franja social que involucra y de cara a un año 2013 con elecciones para renovar parte del Congreso Nacional, donde casi 1.300.000 nuevos votantes se agregan al padrón electoral.
No será motivo de la presente debatir sobre la oportunidad o no de dicha ley o si resulta conveniente para unos en perjuicio de otros o si se ha sancionado sólo por meras especulaciones políticas.
Solo diré que aunque me manifiesto a favor del llamado voto joven, entiendo que se perdió la posibilidad de un mayor debate, abarcando temas que involucran directamente a los nuevos votantes, y que son de real importancia, al igual que la posibilidad de elegir a sus representantes, como por ejemplo la protección y contención de los jóvenes frente a droga, el acceso a la educación, la inserción en un mundo cada vez mas tecnificado de cara a su inminente futuro laboral, etc. No obstante, tal vez algo pueda cambiar a partir del uso de una herramienta vital para la vida en democracia, como es el sufragio.
Por ello me permito señalar a los jóvenes votantes y porque no algunos que no lo son tanto, algunas reflexiones o guías para comprender y ayudarnos a votar en forma responsable, evitando posibles frustraciones.
Para lograrlo en indispensable detectar quienes son buenos candidatos y quienes no lo son. Me consta que hay de los dos. No generalizar es fundamental, aunque no siempre resulte posible, ya que hablar mal de los candidatos y gobernantes se ha convertido en un deporte universal.
Por décadas se han consagrado muchos cultores que han construido frases simpáticas para describir la personalidad o la actividad de nuestros representantes. Cabe recordar por ejemplo: “Todo político quiere construir un puente justo allí donde no hay ningún río”, del ex premier soviético Nikita Kruschev o “La vocación del político de carrera es hacer de cada solución un problema” de Woody Allen.
No son todos los candidatos iguales, es por ello que es tan malo ponerlos en la misma bolsa, como la desmesura en el reproche o la indiferencia completa. Ninguna de estas posiciones extremas puede conducir a un buen puerto.
Deben tener en cuenta y observar si el o los candidatos actúan o no siguiendo principios puramente republicanos, saber si renuncian o renunciarán o no, a las ventajas que pudieran obtener producto de su cargo, flexibilizando la interpretación de las leyes para favorecerse a sí mismo, a familiares o de terceros cercanos.
Por último deben verificar si intentan o intentaran o no, manipular a los otros Poderes Públicos, afectando la división republicana y como consecuencia el control.
Entonces para que los nuevos votantes aprendan estas importantes diferencias y no se dejen sorprender por la inexperiencia, vayan estos humildes consejos, porque enseñarle algo valiosos a alguien, no es simplemente hacerle aprender lo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía.
Julio F. Ortiz