La inflación de los asalariados registrados fue del 6.9%
La inflación de las y los trabajadores asalariados registrados fue del 6,9 por ciento en septiembre, según el Instituto Estadístico de los Trabajadores de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET). El registro es medio punto superior al del mes anterior, marcando una aceleración de los aumentos de precios. Es el tercer mes consecutivo donde la inflación supera al 6 por ciento.
En nueve meses del año, la inflación se ubicó en 67,4 por ciento, en tanto la acumulada en el último año llegó al 84,4. Es el registro más elevado desde 1991. A su vez, no debería superar el 6 por ciento en los próximos meses para que el IPC de 2022 no supere el 100 por ciento.
Estas proyecciones coinciden con la encuesta del Banco Central entre consultores y especialistas (REM). Allí se prevé una inflación del 6,8 por ciento para septiembre y del 100,3 para fin de año, con un ritmo del 6 por ciento hasta marzo de 2023.
Las subas en Alimentos y bebidas fueron nuevamente las más alta en septiembre, llegando al 9,2 por ciento. Se destacaron los aumentos en productos frescos como el tomate (38 por ciento) y la papa (33), seguidos por grasas y aceites (13,4). También se ubicó por arriba del nivel general el rubro de Otros bienes y servicios, al trepar 8,2 por ciento, con un alza del 11 por ciento en cigarrillos. En tercer lugar aparece el rubro Comunicaciones, con un aumento del 7,2 por ciento.
El resto de los rubros estuvo por debajo del nivel general de 6,9: recreación y cultura (5,8), vivienda (5,8), indumentaria y calzado (5,7), salud (5,3), equipamiento del hogar (4,9), transporte (4,7) y educación (2,5).
Salarios y empleos
«La fuerte aceleración inflacionaria desde julio está impactando severamente en el salario real», advierte el informe de la UMET. En el período junio-agosto los salarios retrocedieron 4,2 por ciento en términos reales, según estimó. La Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Registrados (Ripte) en agosto fue de 155.611 pesos. Contemplada en términos reales alcanzó el nivel más bajo desde 2006. Comparada con 2019 se ubicó 2,4 por ciento por debajo.
La contracara de ese fenómeno del “trabajador pobre”, como lo definió Cristina Fernández de Kirchner, son los buenos datos en materia de empleo privado registrado. En julio la cantidad de empleados creció en 36.400, esto es un 0,6 por ciento en la variación mensual desestacionalizada, que acumula dos años de aumentos consecutivos. Si se compara con diciembre de 2019, actualmente hay 192.000 empleos asalariados registrados privados más, es decir 3,2 por ciento en la medición sin estacionalidad.
Nueve de catorce sectores tienen más empleo que a fines de 2019, destacándose la industria, los servicios profesionales y empresariales, el comercio y la construcción. En tanto, entre los que más empleo registrado perdieron se encuentran el agro, los servicios personales y culturales, las finanzas y hoteles y restaurantes.
A nivel regional, 22 de 24 provincias crearon empleo formal privado respecto a fines de 2019. Sobresalen por sus valores las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe donde las mejoras provienen de la recuperación de industrial y agroindustrial, que poseen varios encadenamientos con otros sectores productivos, tales como el comercio, el transporte y determinados servicios. Solo la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Tucumán no terminaron de recuperarse en materia de empleo formal; en el primer caso todavía se sienten los efectos negativos de la pandemia (el teletrabajo y menor turismo proveniente del interior que afectó a la gastronomía) y en el segundo la contracción de algunas economías regionales.