Justicia deja libres a torturadores y asesinos ● Rodolfo Aguiar

La resolución del juicio La Escuelita II, por los delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar en las provincias de Neuquén y Río Negro, dejó desazón en el pueblo militante.

Es que, si bien tuvieron condena algunos de los acusados, el Tribunal Oral Federal de Neuquén absolvió a un gendarme, a un agente de inteligencia y a los cinco miembros de la policía rionegrina, entre ellos los responsables de la tortura a nuestro compañero Raúl Sotto, auxiliar administrativo del hospital de Cipolletti y miembro del Consejo Directivo Provincial de la ATE Río Negro.

En el juicio, Sotto declaró que a los pocos días de comenzar la dictadura militar de 1976 sufrió varios atropellos y allanamientos de manos de las fuerzas de seguridad, tras lo cual fue detenido, violentado y torturado por más de una semana.

El compañero estatal estuvo detenido en la Comisaria 24 de Cipolletti. «Nos sometieron al ‘submarino’, pusieron un fuentón con agua y nos hacían tirar al piso con la cabeza dentro del agua, mientras que uno o dos se paraban encima nuestro, así me reventaron un tímpano», recuerda el dirigente sindical.

Al igual que Sotto, otras víctimas también recibieron golpes y tortura en sus diferentes formas. Sin embargo el Tribunal no les creyó, ya que no se consideró probados los relatos de los sobrevivientes.

Esta sentencia es una clara muestra que en los distintos ámbitos judiciales de nuestro país continúan trabajando funcionarios que ideológicamente responden a los sectores que hace algunas pocas décadas justificaron el terrorismo de Estado y la represión ilegal.

Hay que llevar adelante en todo el país una campaña que permita desenmascarar a los funcionarios judiciales que hoy prestan servicios en democracia, pero que ingresaron o añoran otras épocas.

Quienes somos compañeros de Raúl no podemos permitir que se dude de su testimonio. Durante mucho tiempo no sólo hemos escuchado su verídico relato, sino que hemos tenido ante nuestros ojos de manera permanente las secuelas físicas que la tortura sufrida en Cipolletti le dejó.

 

 

Rodolfo Aguiar

Secretario General de ATE manifestó