El laberinto. ADN
La política nacional del Javier Milei encierra al gobernador Alberto Weretilneck en un laberinto adonde hoy es difícil encontrar la salida y con el peligro de ser fagocitado, como en la leyenda mitológica griega, por el minotauro, o sea por la propia lógica del libertario.
Se hace difícil organizar y programar una administración en el marco de la actual relación Nación-Provincias que plantea el Presidente. No hay aportes discrecionales, se eliminaron otros, la coparticipación baja en una economía sin consumo ni pesos en la calle y sólo se mantienen las regalías que son en dólares. La provincia es dependiente del Estado nacional.
Hay un corcé del gobierno central que no deja mucha libertad de acción.
El gobernador rionegrino tiene obligatoriamente que mantener el frente interno ordenado, porque un desmadre casero complica todo.
A la inversa del estilo confrontativo, agresivo y despreciativo que practica Javier Milei que se enfrentó a todos los sectores, incluida la Iglesia y el poderoso Grupo Clarín (que tuvo una clara incidencia en la política nacional por décadas en el país, incluso poner directores técnicos en la selección nacional de fútbol), Alberto Weretilneck funciona en estado «tibetano».
Camina como un místico peregrino pregonando el diálogo, el consenso y articula políticas. No todas, porque otras son parte de su esencia innegociable.
Cuida a las huestes de Juntos, y controla incluso las diferencias internas, sobre todo es cuidadoso con los intendentes, porque tienen territorio. Descanso en las gestiones de su ministro de Gobierno, porque a poco de andar, Federico Lutz batalla «la gobernanza» con un estilo joven y nuevas ideas de construcción del consenso político y la gobernabilidad. Esta designación brindó aire nuevo ante nombres agotados y desgastados, no por impericia o falta de capacidad, sino por el propio desgaste que generan años de gobierno con las mismas caras.
Así y todo hay enojos. Algunos vienen desde la elección de abril. Otros se consumaron en diciembre cuando se conformó el Gabinete. Por la propia lógica del partido y el control que ejerce el gobernador y su entorno, saldrán a la luz en el tiempo de elecciones. No son pocos los (desencantados) que podrían migrar al espacio libertario o volver al PJ. Pero hasta 2025 habrá tregua.
Weretilneck tiene de aliados a los dirigentes de la CGT en sus tres vertientes y en la Central; mantiene sus vínculos con el sector empresarial, aunque hay algún reclamo desde el sector turístico; lo mismo sucede con la fruticultura, importante economía provincial y las nuevas expresiones que rompieron la hegemonía de la pera y la manzana, como las cerezas y otra; la ganadería aprecia la gestión, (sobre todo en el mantenimiento de la barrera sanitaria) y hay alguna ausencia oficial en otras producciones, pero en general hay empeño en atender a todos.
De esta manera la casa pareciera que está en orden. En el plano de la relación con los sectores estatales, numerosos en sus plantas, hay una clara referencia a estar atentos a los reclamos de la Policía, aún así, hay disconformes. Reivindica la lucha contra el narcotráfico y atiende a la demanda de los activos y pasivos.
Hay tranquilidad con los comprendidos en la ley 1844 y los agentes de salud, merced a los acuerdos con Juan Carlos Scalesi y Rodolfo Aguiar; los judiciales son un problema de otro Poder y el pie en el zapato es la UnTER.
Weretilneck está respondiendo a los reclamos salariales con una nueva propuesta, tras la licuación salarial de los tres primeros meses con el pago del bono, y la no renovación de cientos de contratos. Hay tolerancia de Scalesi y Aguiar que, para descomprimir, emiten duros comunicados o liberan a las bases para protestar y marchar.
El gobernador empezó su gobierno el 10 de diciembre y pareciera que aún no comenzó la gestión administrativa. Milei sigue sin abrir la salida del laberinto y amenaza el minitauro.
El gobernador relativiza su anterior pragmatismo porque el Presidente no le brinda «previsibilidad» y a veces amaga con la derecha y pega con la izquierda. Agustín Domingo vota la Ley Ómnibus en diputado y Mónica Silva rechaza el DNU en el Senado, cuando ambos instrumentos son perjudiciales para Río Negro y la Patagonia. Fue más fácil para la senadora justificar su voto.
Alambrar la Provincia, una vieja práctica del radicalismo que estuvo 28 años en el gobierno. Cuidar la paz interna y generar consensos son los caminos elegidos, que garantizan la gobernabilidad cuando no hay plata.
Hasta cuando se mantendrá este clima? El año que viene hay elecciones nacionales y es una oportunidad o una inconveniencia. Se eligen senadores y diputados nacionales y se especula que los libertarios vendrán con todo a buscar escaños en el Congreso. Un frente que Weretilneck debe cuidar para que no crezca el espacio adicto a Milei, ya sea desde el propio PRO o una nueva alianza libertaria que se podría construir.
El 2025 está lejano en el tiempo y para la gente, pero la política ya actúa en consecuencia. Habrá que ver cómo se dan las nuevas relaciones que la Casa Rosada pareciera busca tener. Vuelve la Ley Ómnibus y según sea su suerte en el Congreso sobrevendrá el Pacto de Mayo. En un esquema tan polarizado, más agrietado que nunca en el país, el provincialismo se pone en juego y Juntos no querrá volver al 2017.
Qué sucede con el resto de las principales expresiones políticas: la UCR será aliada y a nivel nacional está dividida por la posición frente al gobierno. El ARI piensa en rearmar Cambiemos, podría ser en sociedad con Aníbal Tortoriello. Podemos Río Negro buscará la unidad con los sectores que propician organizar LLA en Río Negro, como el Partido de la Libertad, en creación.
El peronismo definirá su estrategia. Hoy no tiene poder de fuego para lastimar. Muchos y muchas, desde el redil del justicialismo, ven la posibilidad de llegar al Congreso, incluso desde la minoría.
El PJ se reorganizará en todo el país y este etapa electoral intermedia no descarta alianzas provinciales para evitar un posible crecimiento de La Libertad Avanza.