El dilema dialoguista. ADN
“Amo ser el topo dentro del Estado. Soy el que destruye el Estado desde dentro. Es como estar infiltrado en las filas enemigas”. La frase del Presidente define su objetivo principal y evidencia su psiquis política. Encuentra en la violencia discursiva un método de construcción de poder que hasta acá le viene siendo muy efectivo. Javier Milei es despiadado y no concibe la tibieza, no es empático ni cree en construcciones colectivas. Está dispuesto a todo -aún a perder en su ley- con tal de lograr su propósito en esta tierra y que le han dictado las fuerzas del cielo.
Milei avanza. Le molestan los métodos de la política y el Congreso le es una institución demasiado burócrata para su concepción (tiene la misma relación que los emperadores romanos con el senado), pero sabe que tiene que jugar con las reglas establecidas por eso ascendió a Guillermo Francos y le delegó la tarea de entendimiento con la «casta». Con la ratificación de la Ley Bases abre la segunda etapa de su gobierno, más liberal, más centralista, protagonizada por el mercado.
El Presidente consolida su núcleo duro y absorbe energía de otros espacios que se van licuando ante su paso firme. Así piensa llegar a las elecciones 2025, con La Libertad Avanza como protagonista y en alianza con el PRO y sectores de la UCR (algunos gobernadores) y del PJ liberal: Menem, Scioli y otros dirigentes con chapa noventista.
«Los liberales no son gorilas» asegura la teoría del sociólogo Pablo Semán que esta semana indicó que el problema de piel es con el kirchnerismo, más precisamente con el Cristinismo, ése núcleo duro de finales del gobierno de CFK compuesto por La Cámpora, Nuevo Encuentro y el Movimiento Evita. Los liberales compartieron el gobierno con Carlos Menem y Milei los busca con desesperación.
Pero el Presidente se encargó de denostar tanto a la simbología y el sentimiento peronista, que ahora los herederos de Perón están parados enfrente y buscando recomponerse para enfrentarlo en la próxima elección. Un analista arriesgó esta semana en La Nación + que Milei eligió a su adversario por antonomasia (el peronismo es estatista) pero especialmente por respeto a quienes sostienen una idea por más alejada que esté de su pensamiento. Por el contrario, desprecia a la avenida del medio.
Así, el escenario para el 2025 es votar a Milei o en su contra.
He aquí el dilema dialoguista, que hasta acá tuvo protagonismo por ser el «árbitro» en el Congreso, pero desde ahora y hasta octubre del año próximo no tiene nada que ofrecer. Ese espacio, que puede personificarse en el diputado Miguel Pichetto, se irá desformando hasta que vuelva a corporizarse. Los dialoguistas, especialmente los gobernadores, deberán buscar cobijo libertario o peronista, para evitar tropiezos. O jugar en sus espacios de pertenencia, aún a riesgo de una derrota. Esa posición fue asumida por Maximiliano Pullaro quien recibió en Santa Fe a Martín Lousteau y definieron fortalecer el radicalismo. «Tenemos que estar preparados para perder elecciones» dijeron, retomando el axioma de Raúl Alfonsín cuando se opuso a la alianza con Mauricio Macri: «es preferible perder que aliarnos a la derecha».
Este mapa electoral tiene consecuencias en Río Negro.
El espacio libertario está haciendo esfuerzos para ir todos juntos. A pesar que en el PRO ven con preocupación los desaguisados de la construcción de La Libertad Avanza (con denuncias de adhesiones y firmas truchas), trabaja para que a Milei le vaya bien. Esa frase fue pronunciada por el flamante presidente Juan Martín en innumerables oportunidades. Ese convencimiento está representado en la Legislatura por su bloque, por lo tanto, buscará un camino conjunto con LLA -creen además que habrá un acuerdo nacional- para 2025 para «consolidar el cambio».
Esta semana, Lorena Villaverde aseguró que el proceso de inscripción del partido ya no tendrá más sacudones y evalúa que llegará bien al proceso electoral. «Hay que tener el sello para evitar negociar cargos con otros partidos», asegura la gerenta del mileísmo que tendrá que limar asperezas con Juan Martín, pero también con Ariel Rivero que flamea las banderas libertarias desde Primero Río Negro.
Aún es una incógnita el destino de Aníbal Tortoriello, quien abandonó el PRO y aseguró que construirá su propio partido. Si los tiempos no dan, quizás integre las boletas de LLA.
La consolidación liberal marcha y el peronismo trabaja en su unidad. Ya sorteó la etapa más compleja y ahora va por la sumatoria de otros espacios afines, incluso sectores de PJ que aún no se sienten convocados. En Río Negro, como en el resto del país, el partido justicialista está en retroceso y paga fuerte el mal gobierno de Alberto Fernández. Por eso se aferró al anti mileísmo. Duro, totalmente en oposición. Esa prédica le dio identidad y lo ubicó en un terreno político determinado. Es la forma que encontró para que el vendaval Milei no se lo lleve puesto y consolide su retracción hasta la mínima expresión.
En la provincia, además del gobierno nacional, contó con la anuencia de Juntos Somos Río Negro que promovió la salida del justicialismo del Gran Acuerdo. El oficialismo no calculó la pelea con el senador Martín Doñate. En la Casa de Gobierno quisieron focalizar el destrato al hombre de Valle Medio por ser miembro de La Cámpora, pensando que su salida era en solitario, pero su espacio tiene el control del Partido que, en movimiento hacia adelante, se congregó para terminar de conformar sus órganos internos y repartió poder.
Ahora, el peronismo está convencido que sin 2025 no hay 2027 y trabaja en un armado para las próximas elecciones donde pondrá el primer pie en la marcha hacia Viedma. «Toda la carne al asador».
Liberales de un lado, peronistas del otro ¿Y JSRN? El provincialismo tiene una prueba electoral compleja en un escenario híper nacionalizado y más agrietado que nunca. Alberto Weretilneck jugó al equilibrio y quedó en la senda de los dialoguistas así que debe enfrentar el mismo dilema que los demás.
Es irreprochable desde la administración del Estado la posición del Gobernador. Sin recursos y sin diálogo con Nación el futuro era incierto, estaba en juego la gobernabilidad y tenía que dar una señal aún sabiendo los riesgos. Desde la Casa Rosada le dijeron que tenía que votar la Ley Bases, sin nada a cambio, una prueba de fe. Ahora espera cosechar. El RIGI aún es una entelequia y los proyectos en el este (el oleoducto y el GNL) son incipientes por eso en el Gobierno creen que la vuelta de Ganancias, la autorización de créditos internaciones y alguna obra pública será suficiente en este contexto de austeridad. Ello, sumado a la renegociación de los contratos petroleros con los que calcula recaudar alrededor de dos masas salariales, que constituyen una bocanada de aire fresco.
¿Esto reporta réditos electorales para el 2025? Por ahora no. Los sondeos marcan una marcha de Juntos en el tercer lugar. Tendrá que trabajar un discurso potente y provocar todas las divisiones posibles de la oposición. La pregunta que se hacen los dirigentes es: seguir con el discurso del medio o recostarse en algún lugar de la grieta. Quizás la primera pista de ese camino será el candidato que encabece la lista. Todas las miradas están puestas en el vicegobernador Pedro Pesatti.
Juntos tiene un deterioro en su caudal electoral y enfrenta una elección polarizada, con el agravante de la interna. El oficialismo no supo hasta dónde tirar de esa cuerda y ahora -por primera vez- corre riesgo. El radicalismo gobernó 28 años Río Negro haciendo gala de sus internas pero tenía claro el momento de frenar, reagrupar y ganar elecciones. Perdió cuando la interna no tuvo límites. Lo mismo ocurre con el peronismo a nivel nacional. Ejemplos sobran en provincias con sellos locales: los hermanos Rodríguez Saá cometieron un fratricidio político y hoy gobierna el PRO y la interna en Neuquén terminó con 60 años de poder ininterrumpido del MPN.
Tras la elección del 16 de abril, Weretilneck no cerró la interna con Arabela Carreras. Tampoco consolidó el Gran Acuerdo ni convocó a un pacto amplio para trazar la provincia de los próximos 20 años. Al cerrarse, no solo generó implosión (todavía no se ve con claridad) sino que algunos dirigentes están marchando a LLA, se fue una de las patas de la alianza electoral y la otra, la UCR, está partida.
El gobernador confía en que «comer de uno» sirve más que sumar partidos. Como hizo en su momento con Adrián Casadei o Mabel Yahuar del radicalismo, ahora busca que los intendentes boina blanca estén adentro. Al igual que legisladores de la CC-ARI o el PJ.
Para no perder mucho terreno el Gobierno anunció el pago conjunto de sueldos y aguinaldos. La estrella de Juntos venía apagándose en la capital provincial y esto baja la tensión por los magros aumentos y la licuación de los salarios. Pero el frente sindical aún tiene desafíos y se pondrá peor a medida que la economía nacional y las medidas de la Casa Rosada produzcan más ajustes.
En los pasillos políticos que transitan funcionarios y dirigentes del oficialismo ya evalúan cuál sería el impacto de perder la representación nacional (en diputados y senadores) y si eso es definitivo pensando en 2027. El Gobierno trabaja en sondeos y estudia todos los escenarios.