Entreteneme con odio hasta que baje la inflación

(Por Jairo Straccia*).- El presidente Javier Milei aseguró ayer que es «falso» que no se puede crecer mientras haya cepo cambiario. «Es una falacia y les voy a contar por qué», indicó durante el discurso que dio en el tradicional encuentro del Consejo de las Américas. Acto seguido argumentó que está habiendo recomposición de salarios y jubilaciones y que también se están mejorando las condiciones para que crezca la inversión, por lo que no significa que con restricciones cambiarias no pueda expandirse la economía.

El mismo Milei, pero el 13 de septiembre del año pasado, le explicaba al periodista Eduardo Feinmann todo lo contrario en la señal La Nación Más: «Si usted no abre el cepo va a tener un deterioro en el nivel de actividad monstruoso, el PBI per cápita se cae (…) y el aumento del número de pobreza e indigencia va a ser insoportable socialmente».

Bajo la lógica que hoy impera en la comunicación oficial y paraoficial de la Casa Rosada bastaría con repostear lo que dijo ayer el jefe de Estado con el video de hace casi un año para acusarlo de todo: pusilánime, mentiroso, cómplice de la casta, justificador del status quo, kuka in the closet.

Pero la vida tiene matices, cambian los contextos, las circunstancias obligan a repensar ideas, rever posiciones, privilegiar algunas urgencias por sobre posturas de fondo, como le pasa ahora al propio Milei, o como le pasó, por decir algo, a Arturo Frondizi, que reivindicaba en 1954 que YPF liderase la explotación petrolera pero una vez en el poder avanzó con contratos con multinacionales, como recuerda Juan Carlos de Pablo en el libro «La cocina de la política económica argentina» junto a Ezequiel Burgo.

Todas las explicaciones que podría aducir el ex panelista de TV para justificar también por qué no quemó al Banco Central o por qué no dolarizó son las que no le importan a los cerebros de la agresión digital cuando se trata de ir contra todo el mundo desde la cuenta de X del Presidente apalancada en usuarios anónimos o con nombre y apellido que de una forma llamativamente aceitada encuentran archivos, hacen recortes y exponen supuestas revelaciones sobre economistas, periodistas, figuras del espectáculo.

Diego Leuco repite una anécdota sobre cuando Alberto Fernández era jefe de Gabinete y apretaba a su padre Alfredo en tiempos de kirchnerismo pleno. «Cómplice», le escribe en un retuit el Presidente. Así proliferan todo tipo de mensajes contra un comunicador que ahora está corrido de la cobertura política y que cuando se dedicaba a eso nadie podría decir que era afín al matrimonio santacruceño.

Horas después, alguien «encuentra» un archivo de Juana Viale opinando en 2021, repito, en 2021. La conductora dice que tal vez el entonces presidente se pudo haber equivocado con lo de la fiesta en Olivos pero podría haber hecho bien otras cosas. Una idea. Bien. Mal. Más o menos. Discutible, como todo. De repente alguien halló ese tramo y bastó para que Milei tirara: «Los KKs y sus operadores cómplices. Nunca olvidar». ¿Juana Viale operadora del kirchnerismo? ¿What? Delirio nivel Dios.

Da todo lo mismo para forzar una discusión, un debate, una grieta, un ellos y nosotros permanente. María O’Donnell, María Laura Santillán, Lali Espósito, Ernesto Tenembaum, Carlos Melconian, Silvia Mercado, Jorge Fontevecchia, Claudio Beloccopit, Lula da Silva, Carolina Píparo, Jorge Fernández Díaz, Clarín, Pedro Sánchez, Jorge Brito, Martín Llaryora, Fausto Spotorno, Axel Kicillof, Sofía Diamante, Luciana Geuna, Ricardo López Murphy, Viviana Canosa, Ignacio Torres, Miguel Angel Broda, Orlando Ferreres, Imane Khelif. Solo un racconto a vuelo mental, sin abrir Google.

De «boluprogres» a «econochantas», de «imbéciles» a «libertarados», o son son todos «comunistas» que no la ven por «deshonestos» o «brutos». Todos fueron «cómplices» de algo en el pasado o directamente «encubrieron» un delito. Todos estuvieron «ensobrados» porque recibieron plata del Estado o trabajaron para empresas ligadas de alguna manera al mismo o en última instancia porque no curten Rothbard entonces son «socialistas».

Salvo que se trate del propio jefe de Estado, que sí puede cambiar diametralmente de opinión, que sí pudo trabajar en una empresa concesionaria del Estado o que sí puede haber criticado a un financista por despilfarrar reservas para después encumbrarlo como el mejor ministro de Economía de la historia, todos los demás están a tiro de un carpetazo on line que demuestre cómo se les cae la careta, cómo antes pensaban una cosa y ahora supuestamente otra.

Rumbo a los nueve meses de gobierno, se nota mucho. La mecánica está aceitada. Es tan burdo cada ataque, cada nueva vuelta de tuerca, cada provocación presidencial a cuento de nada, que se ven los hilos.

Además, la catarata de respuestas de gente bienintencionada que responde porque no puede creer los valores que expresa la conducción del gobierno y que contribuyen a una convivencia democrática horrible no hace más que retroalimentar el procedimiento que cumple así su objetivo: entretener con odio mientras dure el ajuste con recesión.

El economista Emmanuel Alvarez Agis le dijo a Leandro Mora Alfonsín en el podcast «Modelo para armar» que si la gente aguanta 6 o 9 meses más de recesión es posible que la estabilización de los precios termine por completarse, eso sí, con el costo social que ello implicaría.

Según el titular de la consultora PxQ, la inflación que dejó el Frente de Todos habría causado en la población el mismo efecto que la híper de Raúl Alfonsín, por lo que así como se toleró una disparada del desempleo en los 90, en su lectura podría haber terreno para un aguante mayor al de otros momentos de la historia. Y si se puede alimentar con odio desde X, mejor.

En el mientras tanto, nada mejor que canales para «evacuar la ira», en términos de «El Mago del Kremlin», el libro de ficción y no tanto de Giuliano da Empoli que todo el círculo rojo pasa de mano en mano creyendo que así podrá entender la lógica de Santiago Caputo, el asesor presidencial que arma el relato y se supone tendría mucho en común con Vadim Baranov, el protagonista del texto.

«Los ingenieros del caos», el otro trabajo de Da Empoli también gana preferencia entre los hombres del poder que intentan entender la lógica de gestión-comunicación de La Libertad Avanza, algunos incluso preparándose para cuando eventualmente les toque quedar en la mira.

Por último, también buscan «El gran manipulador», el documental de 2019 sobre Steve Bannon, el cerebro de la comunicación trumpista, que también esconde pistas que pueden ayudar a entender lo que estamos viviendo en la Argentina de Milei.

Ah, Bannon está detenido en Estados Unidos por desacato al Congreso, tras los ataques del 6 de enero de 2021.

*Periodista. El Cronista.