La interna nacional divide al PJ rionegrino. ADN

El dificultoso camino a la unidad del Partido Justicialista rionegrino se chocó con la repentina interna nacional, que le dio aire a quienes todavía no están cómodos compartiendo espacios con Nos Une, tras su alianza con Juntos y el fallido Gran Acuerdo. A pesar de haber logrado amalgamar las dos corrientes mayoritarias y normalizar el partido, hay núcleos duros que no digieren el pasado reciente y ven una oportunidad para definir liderazgos y cerrar las heridas en las urnas.

Ricardo Quintela estaba recorriendo el país, paseando su postulación a presidente del PJ, hasta que el jueves a la tarde se encontró con un «operativo clamor» para que Cristina Fernández de Kirchner lidere el partido. Ese día, el senador Martín Doñate se encolumnó con CFK y al otro día, el presidente rionegrino Sergio Hernández certificó su alineamiento (y el de legisladores e intendentes del espacio) con «la Jefa». No lo hizo público, pero en Buenos Aires descuentan que la senadora Silvina García Larraburu jugará con el Instituto Patria.

El riojano tenía agendado llegar el viernes al Alto Valle. Tras la novedad no bajó sus actividades y en Neuquén tuvo su acto. También en Roca. María Emilia Soria como anfitriona exclusiva, alineó a su espacio detrás del gobernador. Con su hermano Martín, legisladores e intendentes de Vamos con Todos le aseguró territorio a Quintela.

La interna nacional anticipa un impacto en Río Negro. Medirá respaldos y votos antes de la elección que pretende el PJ local el año próximo para que los afiliados elijan candidatos a diputados y senadores.

Si no hay acuerdo y una lista única, el 17 de noviembre el pueblo peronista se movilizará para definir su liderazgo. Toda una novedad, ya que la última contienda grande fue en 1988 entre Antonio Cafiero y Carlos Menem para dirimir la candidatura a presidente. Hace 26 años que no se convoca a los afiliados a participar. Hasta acá, el peronismo se las arregló para zanjar sus internas en las elecciones generales con frentes, alianzas y partidos filo justicialistas. La motivación era el poder.

La postulación de CFK le devolvió interés a un cargo que venía pasando inadvertido: la presidencia del partido. Quienes la motorizaron, entienden que es un «medio» y no el «objetivo». Aseguran que el jefe del bloque de senadores, José Mayans y el gobernador Gildo Insfran fueron quienes convencieron a Cristina de competir. La visualización correspondió a La Cámpora. La ex presidenta viene dando señales de conducción, y con diferentes actos se paró frente a Javier Milei como la única oposición real. Y cree que los gobernadores (Axel Kicillof incluido) no pueden conducir este proceso porque deben lidiar con la Casa Rosada, y resolver los problemas de gestión de las provincias, y ello dificulta una confrontación plena. Prefiere reservarlos para la pelea de fondo en 2027.

Quintela aseguró que sigue, que prefiere una contienda a bajarse: «el que gana conduce y el que pierde acompaña», dice. Su posición es saludable en un partido que venía sin priorizar la democracia interna, y que la población -según las encuestas- lo ve como alternativa política a La Libertad Avanza, pero le pide «depuración» y «apertura».

Por ahora no hay muchas expresiones en favor de uno y otro. Incluso habría un acuerdo para que los gobernadores puedan mantenerse sin pronunciamientos. El más incómodo: Kicillof.

Menem-Cafiero

En el sorismo admiten que la jugada de Cristina es buena por el peso político, pero advierten que «nadie vio venir a Menem» en alusión a la interna con Cafiero, donde el bonaerense era el favorito en la interna del 88 y arrasó el riojano. La elección le sirve a la intendenta de Roca para tomar distancia del acuerdo entre su hermano y diputado nacional, Martín Soria, y el senador Martín Doñate. Prefiere que el proceso de reconstrucción interno que comenzaron no la tenga en la foto. Construye su candidatura a gobernadora desde la gestión y la territorialidad que le da el bastión que reforzó en la última elección.

Por ahora no se mueve de Roca. Pretende que todo se vaya resolviendo y jugará sus candidatos en 2025. Si se consolida el partido y el PJ hace una buena elección nacional, será tiempo de convocar -desde la columna vertebral- a otros espacios.

En el doñatismo recibieron la foto con Quintela con normalidad. El sorismo «fue la base de Alberto» Fernández en Río Negro. Más allá de la chicana, confían en la figura de CFK y el armado que están desarrollando para darle a la ex presidenta una alegría en la provincia, y que eso los fortalezca en la interna para diputados y senadores. Como sea, también celebran el movimiento que se produce «así también se moviliza a la sociedad y se construye el futuro» aseguran, pensando en un frente anti Milei.

Por fuera de los dos sectores mayoritarios están los espacios que conducen Osvaldo Nemirovsci y Gustavo Casas. Habrá que esperar su posicionamiento y el desarrollo hacia el futuro en este proceso de unidad. En principio ambos coincidieron con la necesidad de ir a internas en Río Negro, pero también avizoran como adversario real aquí y ahora al gobierno nacional, puntualizando la crisis social que están desatando sus políticas económicas.

En el peronismo reina la desconfianza, pero sus dirigentes quieren salir del estado de oposición permanente. Será la interna un instrumento de cohesión? Puede ser. Pero habrá chisporroteos, chicanas y peleas. «Los peronistas son incorregibles», decía Borges. Para Perón: “cuando los peronistas se pelean en realidad se están reproduciendo”. El tiempo dirá. El proceso comenzó.