Ley de Medios y democratización de la justicia ● Herman Avoscan
La posibilidad de democratizar el sistema de medios de comunicación permanece bloqueada por las múltiples artimañas jurídicas que los grupos monopólicos van presentando en la justicia. La causa queda pendiente del recurso de inconstitucionalidad interpuesto por Clarín y la medida cautelar dictada por la Cámara Civil y Comercial.
La buena noticia de todo este embrollo es que empiezan a terminarse las etapas: el Código Procesal Civil y Comercial establece un plazo máximo de 60 días hábiles para que dicte sentencia definitiva. Es decir: se terminan las excusas para darle largas al asunto. Se vencen los plazos y los camaristas Francisco De las Carreras, Ricardo Guarinoni y María Susana Najurieta tendrán que exprimirse las neuronas para dictar una sentencia. Ya no queda margen para que sigan haciéndolo a través de cautelares que se mantienen hasta el infinito, convirtiéndose en la definición de fondo.
La peor denegación de justicia que puede existir no es que fallen en contra, sino que la causa ingrese en el limbo jurídico de las cosas irresueltas. Tienen razón los que afirman que Kafka en Argentina sería un escritor costumbrista. Y los que diseñaron el mecanismo institucional judicial parecen haberse inspirado en “El Proceso”: un laberinto de juzgados, leyes, protagonistas, resoluciones y hábitos que le impiden el acceso a los “legos” y favorece la permanencia del “statu quo”. Su ideal es que nadie cambie.
La Cámara tiene entonces un plazo y no más allá del 15 de mayo tendrá que dictar una sentencia. La verdad, a esta altura poco importa si es a favor o en contra de la ley de Medios. Lo que importa es continuar avanzando hacia la desmonopolización de la opinión pública, permitiendo la participación de más voces y de nuevos actores en el sistema. Cómo sea, la causa llegará en algún momento a la Corte Suprema de Justicia, donde también tendremos que esperar a que sus integrantes lleguen a algún tipo de acuerdo.
Nosotros, seguiremos avanzando en la construcción de un país más abierto y con mayores oportunidades para todos. Con una efectiva igualdad de todos sus habitantes; que hasta el más humilde tenga la posibilidad de desarrollarse y de esperar un futuro mejor. Seguiremos soñando con un país en el que un grupo económico, por poderoso que sea, no tenga privilegios económicos ni judiciales, como mantenerse por fuera de la ley, cobrando casi un 40 % de más por un abono a la televisión por cable; reteniendo 20 veces más licencias que las que puede tener o extorsionando a los gobiernos para que le creen el marco jurídico, económico y político más conveniente a sus negocios.
También seguiremos bregando por construir un nuevo sistema judicial, que garantice una mayor transparencia y celeridad en la tramitación de las causas. Para que los jueces abandonen su torre de marfil y dejen de sentirse como una casta especial.
En definitiva, para que la definición de justicia le pueda caber a los 40 millones de argentinos y no a unos pocos.
Tenemos paciencia y podemos esperar, porque estamos convencidos de la justicia de nuestra causa. Pero ser pacientes no significa quedarse cruzados de brazos. Significa que todos los días ponemos un granito más en la construcción de esta patria grande. Significa que seguiremos construyendo el marco para profundizar una democracia abierta y estable para todos.
Las causas justas son indetenibles, por más que algunos se esperanzan en lo contrario. Como dijo Arturo Jauretche: «Ignoran que la multitud no odia, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor.»
Herman Avoscan
Diputado Nacional (FpV)
Titulo original: Ley de Medios y democratización de la justicia
Ser pacientes no significa quedarse con los brazos cruzados