Bloque de la Concertación: fuertes críticas al gobierno
Viedma.- Los legisladores de la Alianza rechazaron en todos sus términos el comunicado del Frente para la Victoria en cuanto al debate que se instaló entre el ministro Marcelo Mango y el ex gobernador Miguel Saiz y manifestaron su profunda preocupación por las últimas medidas anunciadas por el gobierno provincial en cuanto a la «tercerización» de los controles médicos de ausentismo para los agentes estatales y la pretención de jubilar obligatoriamente a aquellos empleados que ya cuenten con la edad jubilatoria pero sin blanquear las actuales sumas en negro, según lo determinado por la ley Nº 4.640, lo que es un verdadero desatino y demuestra una vez mas el enorme destrecio del gobierno con los agentes públicos.
El gobierno provincial, más allá de su discurso, ha sido «tomado» por una concepción neoliberal ortodoxa y reaccionaria que atrasa y hostiga permanentemente desde la ley de dsiponibilidad hasta acá, a nuestros agentes públicos.
Está claro que, a esta altura de los hechos, quienes conducen el gobierno y la política fiscal, han demostrado ser algo muy parecido al menemismo de los noventa.
Tanto en las áreas productivas o cualquier actividad de la economía real, en las que el ministro sostiene que el que debe definir su funcionamiento es el mercado y se han dejado de mencionar expresiones como, «transparencia», «distribución del ingreso», «precio de referencia», «regulación», etc., como para el ministro de hacienda, para quien el Estado es intrínsecamente ineficaz para controlar las ausencias de los empleados públicos y por eso debe, sin demasiado esfuerzo en buscar otros caminos alternativos, recurrir al sector privado, para que, luego de suculentos contratos que los mismos privados cobrarán y que saldrán de los impuestos de todos los contribuyentes rionegrinos, más tarde o más temprano, como en muchas cosas de éste gobierno desde su asunción, todo volverá al punto de origen o sea al principio de las cosas, o sea, aquí no ha pasado nada y las acciones del discurso quedan «buenas intenciones» y en muchos casos, sólo “malas intenciones”.
Una cosa es fortalecer a las juntas médicas, dotarlas de mayores recursos y darle precisas instrucciones en cuanto al control y otra cosa es borrarlas de un plumazo y reemplazarlas por clínicas o centros médicos privados.
Por otro lado, otro grave error de interpretación del momento actual es el pretender culpar a los trabajadores por el «problema» de la masa salarial y el desmanejo del gasto, cuando ya sabemos que, como en todas las provincias del país, el problema está por lo menos en varios frentes, mínimo dos, como ser, la inflación galopante que corroe los sueldos por un lado y la falta de ingresos nacionales por el otro, porque vivimos en un país cada vez más unitario en el que la nación se apropia del 75% de todos los recursos percibidos (y aún así está en rojo) abandonando a su suerte a las provincias que, impuestazos mediante, no pueden hacer frente a los servicios esenciales y también se encuentran con sus cuentas seriamente amenazadas.
Está más que claro que lo que el gobernador Weretilneck necesita es mejores funcionarios, mayor calidad de los cuadros políticos, más conocimiento de los «pliegues» del Estado, mayor consistencia y coherencia en las políticas públicas y una línea política y económica más progresista que supere la mera visión mercadista y del ajuste fiscal a la hora de gobernar.
No es con leyes de dsiponibilidad, ni con controles por parte de los privados, ni con jubilaciones de prepo, como se logrará un estado más eficaz e inteligente que promueva, regule y oriente el desarrollo rionegrino. el ejemplo debe venir desde arriba y hoy, a la vista de los megasueldos de los más de 500 funcionarios (que implica unos 250 millones de pesos anuales), es muy poco lo que los mismos tienen para reprochar a los agentes estatales por causales que están más que difusas.
De una buena vez, hay que entender que, el Estado, no es una empresa privada, con sus reglas de organización y su fin de lucro. Es una cosa más compleja y en su seno, se reproducen situaciones políticas y tensiones, que es necesario procesar de otra manera y con otro manual. Ya mucho nos costó lo sucedido entre 1990 y 2001 como para que no hayamos aprendido.
Por último y además, ¿no es que estábamos ya en un período de finanzas públicas relucientes y superavitarias? ¿por qué ahora emerge el ajuste perentorio de cuentas? ¿necesidad o ideología ortodoxa? ¿qué es lo que al presente no se nos ha explicado con claridad?, finalizaron los legisladores aliancistas.
BAC