Informe Pilcaniyeu: El plan nuclear secreto de la dictadura militar
La dictadura militar que se inició el 24 de marzo de 1976, en sus años de dolor, muerte y oprobio nacional, tuvo un plan secreto para desarrollar la actividad nuclear. Para ello se destinaron cuantiosas sumas de dinero de los presupuestos nacionales, con resultados inciertos y anuncios triunfalistas que a la luz de los años resultaron dudosos.
Según un informe de Greempeace el plan nuclear 1976-1983 insumió unos 5.000 millones de dólares, el 13 % de la deuda externa de aquellos años.
Aquel proyecto militarista de 1976 necesitó a Río Negro y a su gobierno dirigido por un representante de la Armada Argentina como aliados y así fue como nació INVAP, a partir del Centro Atómico Bariloche y como dependencia de la Comisión Nacional de Energía Atómica.
Llevar adelante este proyecto sólo era posible en el máximo de los secretos y en un asentamiento lejano y desértico a 60 kilómetros de Bariloche, en Pilcaniyeu, más precisamente en Pichileufu Arriba. Una ilusión de convertir al lugar en “Los Alamos” argentino.
El 6 de septiembre de 1976 el presidente de la CNEA, entonces capitán de navío Carlos Castro Madero, suscribió un convenio con el gobernador de Río Negro, el contralmirante Aldo Luis Bachmann y con el presidente de INVAP, capitán de fragata José Gregorio. No es casual que todos fueran marinos dado el interés de esa fuerza en el tema nuclear, que llegó a pensar en esos años en construir en el país submarinos atómicos. Otro delirio que insumió 1.200 millones de dólares de las arcas nacionales y los cuatro submarinos desarmados –que había comprado el almirante Massera-terminaron vendidos como chatarra, en 1996.
Río Negro tiene entonces un papel primordial en el proyecto militar de producir uranio enriquecido por difusión gaseosa, quizás cumpliendo un designio histórico que tuvo su antecedente en la Isla Huemul, en 1951, cuando el científico austríaco Ronald Richter le hizo anunciar al presidente Perón que se había logrado la fusión atómica en la Argentina.
Tres días antes de la firma de aquel convenio se había reunido el nuevo directorio de INVAP y nada se informó sobre el proyecto futuro de la empresa. La información oficial del entonces gobierno provincial fue nula, sólo se conoció un parte de prensa donde se publicó del decreto 661/76 que designaba el directorio de INVAP, con el capitán de fragata José Gregorio, como presidente, el capitán de navío Adolfo Reinhiold, como vicepresidente y directores a Julio Traverso, Julio Pose y Gregorio Mateevici.
El convenio de referencia asignaba a la empresa rionegrina su participación en el estudio, investigación y desarrollo de tecnologías para el cumplimiento del plan nuclear de la CNEA.
Los diarios de entonces –como el resto de los ciudadanos- desconocían qué se tramaba en Pilcaniyeu. Nada se sabía producto de la desinformación impuesta por la dictadura militar. Las noticias que se publicaban en esos días de septiembre del 76, referían a “enfrentamientos con subversivos”, que los dirigentes radicales Hipólito Solari Yrigoyen y Mario Abel Amaya –desaparecidos y aparecidos en Viedma- fueron llevados a Bahía Blanca y puestos a disposición del PEN, entre otras informaciones, como que Reutemann correría en Monza para la escudería Ferrari, que el puntero Jorge Oscar Dorado de Cipolletti, pasaba a Boca Junior y que la nave espacial Viking 2 descendía en las dunas de Utopía en Marte. El 10 de septiembre de 1976 moría Mao Tse Tung.
El anuncio oficial finalmente llegó, pero siempre en un marco de estricta reserva. La información brindada a los periodistas de esta capital, en aquellos días, hablaba de la visita a Viedma de Carlos Castro Madero, titular de la CNEA, nada se agregaba, las fuentes se cerraban ante la verticalidad militar y el marino llegó en un avión oficial acompañado, entre otros, por un funcionario joven, inquieto, con cara de científico y mirada desconfiada.
La invitación a la prensa se limitaba a una reunión en la entonces Sala de Situación de la Casa de Gobierno, contigua el despacho del gobernador y sobre la calle Belgrano.
En la oportunidad asistieron todos los funcionarios del gabinete, entre marinos y civiles y luego de los discursos de estilo por parte de Castro Madero y Aldo Bachmann, el papel más importante le correspondió al acompañante del visitante, se trataba del doctor Conrado Varotto, entonces jefe del programa de Investigaciones Aplicadas de la CNEA que funcionaba en el Centro Atómico de Bariloche y sindicado como “el padre de la criatura”. Esta fue su presentación en sociedad.
El tema era para expertos, pero cualquier distraído podía deducir que se trataba de algo trascendente. Sospecha confirmada cuando se organizó una visita guiada con invitados y periodistas hasta las instalaciones de Pilcaniyeu, donde no se pudo filmar ni sacar fotos y estuvo prohibido el acceso a inmensos galpones que se levantaban en aquel espacio de casi nueve mil hectáreas del desierto precordillerano.
Llegaron a trabajar en el proyecto más de 1.500 personas que se trasladaban desde Bariloche. Este tema fue muy comentado ya que en 1987 INVAP anunció que construiría una especie de “tren bala”, que sería manejado por computadora y que desarrollaría una velocidad de 150 km/h. Pura propaganda, se decía que era ”liviano como una bailarina, inteligente como un zorro, veloz como un galgo, silencioso como una sombra, seguro como un tanque y barato”.
Nada de esto sucedió a pesar de que años posteriores Carlos Castro Madero –ascendido a vicealmirante- declaró que si se hubiera querido Argentina podría haber construido una bomba atómica. Previo a la asunción de Raúl Alfonsín al gobierno, en 1983, también señaló que en Pilcaniyeu se había logrado enriquecer uranio.
Este anuncio fue interpretado como “un apriete” al nuevo presidente para seguir con el proyecto. Alfonsín en su idea de transparentar la política nuclear y desmilitarizarla, invita al entonces presidente de Brasil. José Sarney a visitar la planta secreta de energía atómica en Pilcaniyeu. En julio de 1987 ambos mandatarios firmaron en Viedma un acuerdo de cooperación y vigilancia mutua en materia nuclear. Río Negro de nuevo el escenario.
Por entonces y con el retorno a la democracia continuaba la incertidumbre sobre qué había realmente en Pilcaniyeu y grandes dudas sobre el proyecto secreto de la dictadura, pese a los esfuerzos del gerente de INVAP, Conrado Varotto, para seguir con el proyecto.
Ahora el tema se retoma en las intenciones del gobierno nacional y donde Río Negro tiene derecho a opinar y no ser simple espectadora como lo fue durante la dictadura militar. Este es un deber y una obligación del Ejecutivo provincial, no hay espacios para secretos, salvo cuestiones de Estado, y sobre todo que los rionegrinos accedan a la información sobre las consecuencias de estos emprendimientos nucleares.
Para Greenpeace “la energía nucleoeléctrica plantea innumerables riesgos ambientales en cada uno de sus aspectos: minería, procesamiento de uranio, combustibles, reactores, residuos, etc. Las dificultades para mitigar esos riesgos y la magnitud del daño que pueden ocasionar ha hecho que su uso sea cada vez más resistido en todo el mundo”.
Sobre los riesgos de accidentes en plantas de este tipo, cabe señalar que la Fundación para la defensa del ambiente (FUNAM), una ONG con status consultivo en Naciones Unidas, tiene en marcha un Plan Ciudadano para actuar ante accidente nuclear en Argentina, Uruguay, Chile y Paraguay.
FUNAM sostuvo que las autoridades nucleares de Argentina «pese a un largo historial de fallas graves en sus reactores de potencia e investigación han preferido no preparar al gran público para evitar que se debata la cuestión nuclear y sus riesgos reales. El peor enemigo de un programa nuclear costoso, sin control social y peligroso, como el de Argentina, es la información. Por eso se prefirió siempre el secreto».
«Solo el secreto y la desinformación pueden explicar la permanencia de un programa nuclear extremadamente costoso, sin control social y peligroso que produce menos del 7% de la energía eléctrica que se consume en Argentina. A nivel mundial la participación de la energía nuclear en la generación de electricidad es más baja todavía, menos del 6%. Tan poca energía eléctrica ¿justifica los riesgos, la contaminación, los casos de cáncer y las enfermedades genéticas?».
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