Perón, el antiperonismo y el tiempo actual ● Pedro Pesatti
Los peronistas recordamos este 1º de julio un nuevo aniversario del fallecimiento del general Juan Domingo Perón, y en el contexto donde nos toca desenvolvernos hoy, en el marco del proceso político que lidera la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, viene bien apuntar a mano alzada algunos de los logros más relevantes alcanzados por el peronismo clásico que durante nueve años, desde 1946 hasta el golpe de estado de 1955, produjo con el acompañamiento del pueblo y el hostigamiento constante -que se convirtió en criminal en junio del ’55 cuando fue bombardeada la Plaza de Mayo- del rejunte más indigno que reconoce la historia política del país: el antiperonismo.
La revolución en paz, puesta en marcha por el tres veces presidente constitucional de los argentinos, el presidente Juan Domingo Perón, hizo posible:
-La Nacionalización de la economía con el fin de procurar créditos accesibles y de fomento para la industria, en la búsqueda de lograr plena ocupación de los trabajadores y altos salarios que le permitiesen acceder a la vivienda, a la educación y a la salud. Al aumentar la capacidad de compra del salario, se incentivó la producción industrial en un círculo virtuoso para una economía en desarrollo.
-Puso en marcha la producción de bienes de consumo durable y comenzaron a construirse automotores, locomotoras, aviones, motocicletas, etc. Paralelamente, se inició la producción de insumos siderúrgicos y otros derivados del petróleo.
-Se nacionalizaron los ferrocarriles, puertos, teléfonos gas, servicios públicos, etc., posibilitando un verdadero control sobre la política de tarifas de estos servicios públicos, como así también, una reducción de los pagos de servicios y beneficios al capital extranjero generalmente remitidos al exterior.
-Sólo entre 1948 y 1949 los chacareros arrendatarios se hicieron propietarios de un millón de hectáreas, en un verdadero proceso de reforma agraria.
-Entre 1946 y el golpe del ’55 se ejecutaron 76.230 obras públicas a lo largo y ancho de todo el país.
-Se pusieron en marcha centrales hidroeléctricas, plantas siderúrgicas, diques, gasoductos, refinerías de petróleo, usinas eléctricas etc. (San Nicolás, Río Turbio, represa del Nihuil, Altos hornos Zapla, etc. son referencias del enorme salto que dio la Argentina durante esta etapa).
-La flota mercante del estado ocupó el tercer lugar en el mundo con un tonelaje total del peso bruto de la misma de 269.530 toneladas.
-Se nacionalizó el crédito y los depósitos bancarios.
-Se creó el banco industrial para orientar el crédito hacia la mediana y pequeña industria y otros sectores medios.
-Se construyeron 8.000 escuelas, la mayor cantidad registrada en toda la historia de la Argentina.
-El analfabetismo se redujo al 3% en todo el país.
-En nueve años de gobierno peronista (1946-1955) se construyeron 500.000 viviendas con capacidad para cerca de 5 millones de personas
-Se dignificó a todos los trabajadores mediante contratos de trabajo basados en estatutos específicos por actividad, leyes de previsión social, jubilaciones y pensiones, cooperativas, proveedurías, escuelas técnicas, etc.
-Se crearon los tribunales de trabajo. A partir de ese momento los trabajadores ya no podían ser echados a la calle por la patronal cuando se le antojara y sin el pago de la indemnización correspondiente como fue habitual desde la organización nacional hasta la llegada de Perón al poder.
-La tarea titánica de Evita al frente de su fundación para llevar justicia social a los sectores más postergados, pero a la vez dotando de infraestructura al sistema escolar para que los más pobres pudieran acceder a todos los niveles de la enseñanza, incluso de la enseñanza superior en las universidades públicas. A la par promovió la construcción de colonias de vacaciones, construcción de grandes hospitales y policlínicos, actividades deportivas para todos, construcción de hogares para las personas de la tercera edad, etc.
-La instauración por ley de la Nación de los derechos sociales del trabajador, de la ancianidad, de la niñez y del peón de campo. Estos derechos serán incorporados, luego, en la constitución de 1949 que dejó sin efecto la dictadura del ’55 con la complicidad de sectores civiles provenientes del radicalismo, del socialismo, de la democracia cristiana y de corporaciones patronales y la curia.
-Se instaura el voto femenino en un proceso mayor de construcción de ciudadanía que también involucraba la creación de provincias en lo territorios nacionales para que los ciudadanos de esos lugares pudieran usufructuar de todos los derechos políticos que les eran vedados por su condición de territorianos.
-Nace en los trabajadores una conciencia política, social y cultural que jamás ya nadie podrá volver atrás.
Este listado, que es apenas un resumen muy breve de las realizaciones del gobierno del general Perón, sirve igualmente para confrontar con lo que el antiperonismo le opuso como discurso justificativo de lo sobrevino después del golpe de ’55 y la enorme violencia desencadenada por la dupla Aramburu-Rojas que proscribió al peronismo al punto de prohibirle a la población la sola mención de Perón y Evita.
Luego de tantos años del proceso puesto en marcha por Perón, resulta difícil todavía hoy entender cómo pudieron existir en la Argentina sectores tan opuestos a logros que beneficiaron al conjunto de la Nación. Tan difícil como entender que días antes del bombardeo a la Plaza de Mayo, protagonizado por aviones de la Marina y aviones a reacción de la Fuerza Aérea, una marcha organizada por la Iglesia y sectores civiles usaron como argumento de la marcha su oposición a una ley del peronismo que reconoció como hijos legítimos a los hijos de las madres solas que los sectores retardatarios consideraban hijos del pecado.
Perón, para estos sectores era un tirano. Y así fue obligado a ser considerado por la prensa luego del ’55, como el tirano prófugo. Estos sectores, que se autodenominaron antiperonistas, profirieron sobre Perón los peores epítetos y las más perversas calificaciones que jamás pudieron demostrar pues fueron armadas y montadas con el fin de llevar a cabo una campaña de publicidad negativa que alejara al pueblo de su líder. Sucedió todo lo contrario: los pueblos tienen memoria y jamás olvidan de donde vienen. El pueblo argentino pudo irrumpir, con el liderazgo de Juan Domingo Perón, en el centro de la historia y en el devenir del país, transformándose en el sujeto político-social más importante, luego de décadas de silenciamiento que pesó sobre las mayorías populares.
Pero para trazar un paralelismo con el tiempo actual es oportuno recordar uno de los capítulos más ricos de lo que sucedió tras la caída del general Perón. Es el mejor ejemplo para quien no alcanza a comprender el odio que signó al antiperonismo como producto, tan vez, de dos condiciones: de su imposibilidad de adoptar un nombre propio, que se verifica en su denominación por oposición al movimiento peronista, y de haber fracasado siempre que llegó al gobierno mediante elecciones con el peronismo proscripto o por golpes de estado que condujeron al cabo de los años al genocidio que la historia cargará en toda su responsabilidad sobre él, es decir, sobre el antiperonismo que, con nuevas caras y variantes, aún sobrevive como un viejo dinosaurio en pleno siglo XXI.
Ese capítulo que refiero en el párrafo previo está vinculado a la creación de “comisiones investigadoras”, las cuales tenían por objeto descubrir la supuesta corrupción del gobierno del general Perón cuyo blanco principal fue la Fundación Eva Perón.
La comisión investigadora de las cuentas de la Fundación Eva Perón no pudo encontrar irregularidades. Halló intactos los depósitos bancarios de la Fundación que sumaban 3.500 millones de pesos, unos 250 millones de dólares al cambio de octubre de 1955, que no fueron depositados en las Cajas de Jubilación como se había previsto. En su dictamen la comisión “libertadora” se quejaba por los “excesos” de la Fundación Evita. Esto que transcribo aquí es textual y cualquier interesado podrá consultarlo en la abundante bibliografía que existe sobre el particular. Estos eran los «excesos» juzgados como tales por los personeros del antiperonismo: «Desde el punto de vista material, la atención de los menores era múltiple y casi suntuosa. Puede decirse, incluso, que era excesiva, y nada ajustada a las normas de la sobriedad republicana que convenía para la formación austera de los niños. Aves y pescado se incluían en los variados menúes diarios. Y en cuanto al vestuario, los equipos mudables, renovados cada seis meses, se destruían.»
Una dama católica, doña Adela Caprile, que formó parte de la comisión liquidadora de la Fundación instaurada tras la caída del peronismo, confesó haber sentido una impresión similar: «Nunca hubiera creído que se pudiera reunir semejante cantidad de raquetas de tenis. Era un despilfarro y un delirio, pero no era un robo. No se ha podido acusar a Evita de haberse quedado con un peso. Me gustaría poder decir lo mismo de los que colaboraron conmigo en la liquidación del organismo».
Después del golpe militar la Fundación fue saqueada sistemáticamente y, al final, destruida. Se rompieron los frascos de los bancos de sangre de los hospitales de la Fundación porque cada frasco tenía el sello “Fundación Eva Perón”. Los pulmotores (iron lungs) fueron secuestrados durante una epidemia de polio porque tenían placas metálicas con las palabras “Fundación Eva Perón”. Se determinó que los muebles de los hospitales, hogares para niños, hogares escuelas y hogares de tránsito eran demasiado lujosos para los ahora sin privilegios. Fueron confiscados, como fueron confiscados los regalos que los jefes de estado dieron a Evita durante su viaje a Europa (que ella usó para adornar sus hospitales y hogares), vendidos en remates privados o destruidos. Camiones militares llegaban a los edificios y depósitos de la Fundación y partían llenos. Lo que no se robó, se destruyó (se quemaron montañas de sábanas y frazadas cuando se podría haber quitado las etiquetas ofensivas para usarlos).
A la postre, la comisión investigadora tuvo que admitir: «A pesar de la exhaustiva investigación llevada a cabo no se han llegado a comprobar hechos que estuvieran penados por las leyes, pues el procedimiento técnico y legal al que se ajustaron las licitaciones, concursos de precios y compras han sido realizados en todo momento dentro de las normas administrativas de rutina, pero tampoco cabe duda alguna que ciertos jefes de dichas dependencias se encuentran comprometidos, pues muchos detalles nos llevan a esa presunción, mas al ser imposible probarlos por falta de elementos de juicio indispensables, no puede iniciarse acción judicial alguna contra los mismos».
En 1990, Ramón Cereijo, ex ministro del general Perón, calculó que, tomando la paridad del dólar al 24 de septiembre de 1955, el capital de la Fundación libre de deudas ascendería a doscientos ochenta y nueve millones sesenta y siete mil setecientos noventa y un dólares con ochenta y cuatro centavos, que sumando un interés anual del cuatro por ciento a treinta y dos años ascendería a mil catorce millones sesenta y seis mil setecientos noventa y seis dólares con cincuenta centavos. ¿Qué pasó con ese dinero que era el patrimonio de la Fundación? Obviamente, desapareció del mapa.
Perón, al retornar definitivamente a su Patria para hacerse cargo por tercera vez del gobierno nacional, nos dijo que para un argentino no debe haber nada mejor que otros argentino.
En estos momentos, donde el odio irracional, proveniente de sectores que es imposible no vincular con el antiperonismo criminal que recorre gran parte de la historia contemporánea argentina, rendimos nuestro homenaje al general Juan Domingo Perón ratificando nuestra lealtad a sus ideas, para hacer de la Argentina una patria grande y de su pueblo, un pueblo feliz. Sin odios.
Pedro Pesatti
Presidente del Bloque de Legisladores del Frente para la Victoria – Secretario de Comunicación del Consejo Provincial del Partido Justicialista de Río Negro