A nuestra querida Evita… ● Silvina García Larraburu
Otro triste aniversario llega al calendario, un 26 de julio de 1952 se nos iba la más grande luchadora de la historia argentina. La mujer que a fuerza de trabajo, pero sobre todo compromiso militante y pasión por esta Patria, se supo ganar el amor de su pueblo, de sus descamisados, pero también el respeto y cariño de las generaciones que no la conocimos, pero aprendimos, nos formamos y enamoramos del peronismo gracias a su legado.
Evita es el vivo reflejo de la revolución democrática que aconteció a mediados de siglo pasado en el país; ella y Juan Domingo demostraron que es posible realizar cambios estructurales y trascendentes de la mano de las grandes mayorías. Con Evita la política se alejó de los grandes salones de elite, para imbuirse de lleno en el barro, en la Argentina profunda, en cada región y localidad olvidada y desamparada por la anterior gestión oligárquica.
Esta mujer, hija bastarda y discriminada por la clase dominante, emergió de las entrañas de un pueblo silenciado, para convertirse en la voz cantante de sus reclamos, para festejar con ellos cada conquista social, para ser la abanderada y heroína de la Argentina peronista. Recordarla sería poco, ella quería, nos imploraba durante sus últimos días, que recogiéramos su nombre y lo lleváramos “como bandera a la victoria”.
Mi querida Evita, hoy escribo estas líneas en tu honor, con el orgullo de poder decir que en esta última década volvimos a hacer Patria, estamos revolucionando entre todos y todas la Argentina que nos dejaron los cipayos entreguistas; y tu nombre suena en cada corazón argentino que vuelve a creer y ser feliz en nuestro país. Estamos logrando la victoria definitiva de los descamisados, de tu pueblo, de los jóvenes que entusiasmados se suman todos los día a la política, para defender el proyecto peronista que nos permite volver a hablar de Independencia Económica, Soberanía Política y Justicia Social.
Silvina García Larraburu,
Diputada Nacional.