Pérdida de rentabilidad en la ecuación de la fruta

Capital Federal.- La región productora de manzanas y peras del Alto Valle de Río Negro y Neuquén abastece de un alimento perecedero a más de 70 países en las condiciones de calidad y seguridad alimentaria que demandan los mercados más exigentes.

En la exportación de peras, la fruta debe ser cosechada, seleccionada, embalada, enfriada y transportada a más de 10.000 km de distancia en tan sólo 60 días. Esto exige una enorme organización logística que va desde las plantas de empaque hasta el destino final.

La Argentina se convirtió en líder mundial en exportación de peras y en uno de los principales de manzanas. La fruticultura es la principal actividad económica de Río Negro. Emplea a más de 60.000 personas en forma directa y genera 3000 millones de pesos de valor agregado en origen.

Sin embargo, sostener esos logros no resulta fácil. La actividad se ha vuelto más compleja en función de mayores regulaciones, mayores exigencias administrativas y mayores costos.

Debido al narcotráfico, el control aduanero para cada exportación es más exhaustivo, y en alguna aduana las esperas y los sobrecostos son muy significativos. Es necesario asegurar que los controles se efectúen de manera segura, pero con mayor agilidad y a un costo razonable.

Otro ejemplo fue la implementación de la instrucción 7 de la Aduana en marzo de 2012, que bloquea el cobro total de los reintegros y recuperos de IVA para aquellos que tuvieran permisos de embarque incumplidos: un exportador, que genera más de 4000 permisos por temporada, con que tenga una diferencia en un permiso, no cobra reintegros a las exportaciones. Las empresas tuvieron que poner personal adicional para rastrear permisos con alguna diferencia (hay reclamos por montos menores, a veces de 2 años para atrás). En muchos casos son diferencias en el procedimiento de liquidación del ingreso de divisas. Aquí las pymes se han visto más perjudicadas, dado que no cuentan con personal suficiente.

Siguiendo con las regulaciones, al tratarse de exportación de frutas, el cumplimiento de protocolos fitosanitarios implica una enorme cantidad de requerimientos técnicos, verificaciones y trámites, lo que obliga a contar con un departamento específico fiscalizado por el Senasa. El costo de estos protocolos, como los trámites de Aduana, han tenido una incidencia creciente en el costo final de exportación, lo cual requiere una revisión integral que simplifique toda burocracia posible, que sólo representa mayores costos, debilitando la competitividad de la exportación argentina. Otro desafío es el flete internacional. Con distancias de exportación que superan los 12.000 km, la incidencia del flete en el costo es muy alta. Este año se vio magnificada con el aumento del precio de contratación de contenedores del orden del 25% en dólares. Asimismo, el flete interno a puerto también tiene fuerte incidencia: en 2004, el costo del flete representaba US$ 0,4 por caja; en la última temporada, US$ 0,95.

FRENTE EXTERNO

En materia de gestión de mercados, tenemos una agenda nutrida de temas. Por un lado, la negociación de aranceles de importación. Nuestros productos tributan a su llegada aranceles que, si bien los paga el importador, terminan impactando en la exportación: mientras que Chile -uno de nuestros principales competidores- no tributa aranceles de importación en la UE, nuestra fruta paga, en algunos meses del año, entre el 4 y 5 %. Se estima que la exportación de manzanas y peras tributa en materia de aranceles más de US$ 4 millones por año, mientras que nuestros competidores tributan cero.

Otro es la apertura de nuevos mercados. No resulta fácil lograr abrir un nuevo destino. La habilitación sanitaria, mediante protocolos específicos o intereses cruzados de los países, hace dificultoso y lento este proceso. En nuestro caso, la reapertura del mercado de la India, de sumo interés para las frutas, es un ejemplo: desde 2005 se están haciendo gestiones; sin embargo, resulta difícil conocer hoy cuál es la razón por la cual dicho país no ha reabierto el mercado, cerrado en 2005 por razones tampoco claras, a pesar de las intensas gestiones.

Finalmente, y quizá lo más crítico: la cuestión de los precios relativos que complica la rentabilidad del sector. La fruta es tomadora de precios, es decir, no puede trasladar a los precios el aumento de los costos. En ese sentido, en el último congreso Interpera, Jorge Thefs expuso claramente el problema en términos de la evolución del valor de la fruta en los mercados internacionales, versus la evolución de los costos internos. Así, tomando una serie de indicadores que relacionan ambos datos, demostró que mientras en 2004 había que exportar 40 cajas de pera para afrontar el salario promedio de empaque, hoy se necesitan 69. Para cubrir el combustible de una hectárea en 2004 había que exportar 25 cajas; ahora, 37.

Esto demuestra que pese a que los mercados internacionales aumentaron significativamente los precios de la fruta, ello no se reflejó en una mayor rentabilidad para el sector porque los costos tuvieron un crecimiento mayor.

La agenda para fortalecer el sector y mejorar los resultados hacia la producción debe lograr asegurar una política crediticia que permita alentar la inversión para aumentar la productividad, la readecuación de la política tributaria en el sector, la revisión de costos de burocracia innecesaria, la readecuación de los impuestos al trabajo y la agenda de temas internacionales.

Los temas de la agenda consensuada permitirán fortalecer una economía regional que genera más de $ 550 millones de exportación como fruta fresca, mucho empleo, y dinamiza al resto de las actividades de la provincia. Una economía regional que tiene mucho por ganar. Pero también mucho por perder.

Marcelo loyarte
La Nacion