Divisible por tres ● ADN
Juan Perón –cuando habló sobre el Proyecto Nacional, en 1973- dijo que muchos gobiernos han tenido proyectos en Argentina, “pero han sido proyectos de gobierno, no de país”.
Bien cabe esta reflexión para hacer una referencia local con el gobierno provincial. El justicialismo esperó casi 30 años para llegar al poder y no tuvo la capacidad de elaborar –en ese tiempo- un proyecto de provincia.
Hoy la administración provincial se debate sólo en permanecer y transcurrir sin aspiraciones mayores ni vocación de transformación –intrínseca al peronismo- y además tiene dificultades para gestionar.
Fue un ataque de sinceridad del psiquiatra de Gobierno. Luis Di Giácomo, al aceptar que en un año y medio, los funcionarios sólo adquirieron conocimiento y experiencia, mientras el ministro de Economía no puede salir del marasmo de los números sin aportar una idea que exprese un plan de desarrollo y crecimiento, fomento de las economías regionales, impulso a los parques industriales, obras estratégicas, etc.
Nada que convoque a una gesta válida de ser vivida.
Al igual que su pariente de Agricultura y Ganadería, está convencido que el jugoso sueldo es sólo para aportar a su currículum en su carrera de burócrata.
Esta semana la mayor preocupación del gobierno fue ver cómo hace para controlar las faltas de los empleados, a la vez que le resulta un problema el pago de las recategorizaciones en la administración pública, un tema que un gremialista y un funcionario de segundo nivel, resolverían con un café mediante. También sigue sin solución firme el reclamo de los retirados del decreto 7 y los incentivos en varios organismos del Estado.
Se anunciaron los pagos de becas, se concretaron aportes a Comisiones de Fomento y se puso en marcha “un concurso de ideas” para colocar portales turísticos en Río Negro.
Pobre, anodino y lento, mientras persisten los problemas de seguridad, en las cárceles, hospitales y escuelas. Los alumnos del CEM 73 de Roca reclaman para que se arregle el edificio escolar porque “no quieren otra tragedia como la de Rosario”.
¿Qué hacen los asesores del gobernador y sus principales operadores?, quizás todo el esfuerzo estuvo en designar a Daniela Zágari como camarista, entre gallos y medianoche, a pesar que el vocal del STJ Sergio Barotto, se esmeró – sin éxito – en aclarar que hubo información publicada el año pasado, sobre la elección del Consejo de la Magistratura.
No, doctor Barotto, la prensa y a los ciudadanos rionegrinos no fueron informados. Averigüe bien. Sí se le avisó a la fiscal, a los legisladores y a los consejeros de los abogados. Muy raro porque además los diputados son bastante proclives en hablar con la prensa y más en estos casos. Nadie sabe cómo se pasó de un examen reprobado a uno exitoso, ni porque la reunión no figuró en los listados habituales.
Además no es verdad que hay acceso a las actas. Durante años el secretario del Consejo, Juan Manuel Montoto Guerrero las ha negado, siempre con distintas excusas.
Un papelón, que a la luz de lo que sucedió luego en las elecciones para consejeros del Colegio de Abogados, se puede entender previéndose en el oficialismo una segura derrota de los letrados afines al gobierno.
Con todos los últimos ejemplos en el rubro judicial es de suponer que los legisladores del FpV no imaginen ninguna estrategia más con Danilo Vega, Nicolás Rochás, Rodolfo Cufré y el estudio Cámpora.
De todos modos el Ejecutivo se mueve impertérrito, como si nada sucediera a su alrededor.
Distinta visión seguro que tendrá Martín Soria. Ayudado con esta desidia sigue colocando funcionarios judiciales “amigos”, como el reciente nombramiento de Liliana Piccinini en el STJ y suma cuotas de poder con otros organismos y ámbitos oficiales donde los jefes le responden a pie juntilla, como Lotería, Tribunal de Cuentas y otros donde los funcionarios rinden cuenta a diario y se entusiasman con un futuro promisorio del intendente roquense.
De esta manera el intendente de Roca es la tercera pata de un gobierno divisible por tres. Weretilneck, Pichetto y Soria se retroalimentan, disputan y se anulan entre sí. Se adjudican porcentajes de los 140 mil votos obtenidos recientemente en las PASO y ninguno desecha el 2015.
Soria siente que es el más débil y que la alianza entre el gobernador y el senador es letal, por esto procura sacar beneficio propio si María Eugenia Martini triunfa el 1 de septiembre en Bariloche. No dudó en hacer público su apoyo a la jefa comunal, hizo jugar a la Liga de Intendentes peronistas y aprovechó la “prescindencia” del gobernador, prisionero de la estrategia de Carlos Váleri, y la cordura de Miguel Pichetto.
Si bien algunas encuestadoras pronostican casi un triple empate entre Martini, Váleri y Gustavo Gennuso, el gobierno tiene datos sobre la ventaja que tiene hasta el momento “Maru” Martíni, sobre el resto. La grilla se completa con Adolfo Foures, Claudio Lueiro y Hugo Castañón. Los tres últimos con pocas posibilidades.
Soria jugó fuerte porque quiere sentirse ganador. Hay que recordar que también fue partícipe necesario del golpe de estado institucional contra el intendente Goye, cuando participó en una reunión con Cristina Fernández, junto a Weretilneck y Pichetto. Sucede que luego de resuelta la destitución del jefe comunal andino, elegido por el pueblo, Soria dejó que el costo lo pagara el gobernador y el senador, por una torpeza de ellos mismos.
Y ahora estamos frente a un increíble resumen: Los partidos que designaron a Goye, después lo derrocaron, más tarde prometieron unidad, pero finalmente sólo ofrecen una nueva disputa interna. Por qué los barilochenses tendrían que confiar en ellos.
De todos modos la elección de Bariloche, una caja de sorpresas y ciudad difícil, dará origen a varias lecturas dentro del gobierno. Hay que anotar en un cuaderno y esperar los comicios del 27 de octubre.
La competencia por el 2015 y la sucesión del FpV será ineludible, por más que la máxima dirigencia del oficialismo lo niegue. Cada sector contará sus fuerzas y se sentará a la mesa de las negociaciones con la cuota de poder que le corresponde.
¿Qué sucederá dentro del FpV? Es la pregunta del millón.
Si no hay acuerdos para que la dupla que gobierna hoy se convierta en la fórmula oficialista, es posible vaticinar dos escenarios: uno hacia el interior del justicialismo y el otro en el Frente Grande, que es probable que compita en las PASO del FpV rionegrino.
Si no hay más FpV y se decide fortalecer al PJ y resolver en sus entrañas los candidatos, entonces a Alberto Weretilneck le queda menos de dos años para estructurar una fuerza que convoque a una alianza provincial, con la participación de diferentes sectores políticos y sociales, y para ello tiene una herramienta vital: el gobierno provincial, donde se achican los márgenes de errores para mantener su actual imagen positiva en la sociedad, mayor al 50 por ciento.
El gobierno es divisible por tres. Obliga a jugar a un delicado equilibrio, no sin recelos, desconfianzas y mezquindades.
ADN