El sistema carcelario está colapsado ● ADN
El amotinamiento de presos este fin de semana en la cárcel de Viedma, dejó nuevamente al descubierto el agotamiento de un sistema perimido, que no encuentra solución, ante un gobierno que desconoce el tema y no toma las iniciativas políticas adecuadas al menos para comenzar a transitar un camino de solución.
Un motín significa represión, alteración del orden, quiebre del régimen de disciplinario y sobre todo opera como una denuncia pública del sistema de encierro, maltratos, superpoblación, hacinamiento e indiferencia del Estado.
Los hechos pasados revelan asimismo las internas gubernamentales entre el ministro Luis Di Giáccomo, de poca respuesta a la problemática y la titular de Seguridad, Martha Arriola, que aún no halló el rumbo en su gestión, situación en la que no está ausente el Jefe de Policía, Fabián Gatti.
Alessandro Baratta, un jurista italiano, estudioso del tema carcelario y criminalístico decía que “el preso no está preso porque es diferente, sino que es diferente porque está preso”. Un juego de palabra que obliga a pensar entonces en los sistemas de reclusión, como el encierro, semiabiertos, abiertos y políticas de reinserción.
El problema hoy es que el tema carcelario está soslayado. Nadie desde el Ejecutivo, el parlamento y el Poder Judicial tienen en su agenda como prioridad al sistema carcelario y pocos conocen del tema.
Valgan dos comentarios que hablan del poco interés del Gobierno. La fiscal Daniela Zágari, que llegó por “per saltum” a camarista, no acudió a la cárcel durante el amotinamiento que duró dos días y el Director del Servicio Penitenciario Gustavo Farrauiolo, sólo puede mostrar como experiencia carcelaria haber enseñado a tocar la guitarra a los presos durante el gobierno radical.
Tal es así el desconocimiento de este funcionario que buscó contratar algún asesor que supiera de la materia para que lo aconsejara.
Lo acompaña en la gestión Orlando Crociatti, que opera como agente-espía. Se recuerda en este sentido su actuación cuando viajó a la cárcel de Cipolletti, ante una sublevación de internos.
En la oportunidad grabó las conversaciones del personal penitenciario que luego entregó a hizo escuchar al ministro Di Giáccomo, una actitud que sólo ayudó a profundizar la pelea interna. Luego de aquella actuación de doble agente fue premiado con el nombramiento como subdirector del Servicio Penitenciario Provincial, aún cuando no tiene ninguna experiencia esta sensible área.
Otro hecho que desnudó el amotinamiento de Viedma, fue la falta de recursos con que cuentan las autoridades de las cárceles. Según relatos de allegados a los internos, el personal penitenciario habría lanzado agua fría a los presos, como elemento de contención, ante la falta de gases.
La carencia en las cárceles de Río Negro, al igual que la superpoblación y hacinamiento, es una constante de reclamo de los jefes carcelarios.
Tampoco es menor la razón que esgrimieron los internos para justificar el amotinamiento: pidieron ser trasladados a sus lugares de origen o cercanos a sus domicilios. Un tema que encuentra sus orígenes inmediato en el tratamiento preferencial que se le dio a los policías detenidos por el caso Solano.
En este sentido el gobierno pagará eternamente por los injustificados privilegios que otorga a algunos detenidos, porque esto podrá ser el fundamento de cada nueva revuelta.
Por último cabe señalar que el tema carcelario rionegrino también fue abordado por la Defensora del Pueblo Nadina Díaz, que insistió en la necesidad de equipar adecuadamente al personal con los elementos de seguridad y disuasión adecuados, que eviten la confrontación en primer lugar y el peligro de lesiones graves en caso de originarse el conflicto.