Día del abogado ● Julio Fernando Ortiz
Las diferentes crisis desatadas en la vida institucional del país, a partir del golpe de estado de 1930, han actuado como factores históricos de permanente desapego a las cuestiones republicanas y por consiguiente al cumplimiento de las leyes.
La impunidad de contornos inimaginables, el negro silencio que a fuerza de plomo se instaló en las cátedras, hizo que la sociedad y los abogados como integrantes de ella, se sometieran a pruebas inmensas de racionalidad en un camino de difícil salida en tanta locura.
Recuperada la democracia en 1983 las crisis económicas y políticas se sucedieron también. Cabe recordar la acaecida en el año 1989 hasta llegar a fines del año 2001, con la declaración de la emergencia social, política y económica, que sometió una vez más a los abogados y a las instituciones a otra dura prueba.
No obstante la desidia instalada el interés particular, reconocido constitucionalmente, encontró en el marco del reclamo judicial la oportunidad para recuperar los fondos del denominado “corralito” y fue allí una vez más donde el abogado capeó el temporal y se instaló con la magistratura en el corazón del sistema para sostenerlo.
Abogó por la paz social más cerca o más lejos de su interés profesional, es verdad, pero marcó una tendencia desde el activismo judicial y profesional que ha perdurado hasta hoy y mantuvo la ira irracional desatada en esos momentos, dentro de los canales institucionales pertinentes.
No es casual, el abogado tiene desarrollada por su experiencia y reflexión la posibilidad de interpretar la caótica realidad y más aún su rol en ella.
Seguramente colegas, habrá mas desafíos en el camino, pero la respuesta siempre será la misma contribuyendo a la paz social y a la concordia entre los ciudadanos.
Feliz día del Abogado
Julio Fernando Ortiz