¿Qué pasa con el Ente? ● Jorge Castañeda
Desde hace algún tiempo el Ente para el Desarrollo de la Región y Línea Sur (así se denomina) se encuentra casi paralizado. No se realizan las reuniones de directorio que fija el Reglamento. Hay denuncias del personal administrativo por persecución y de empleados que fueron desplazados de sus cargos por decisión exclusiva de la Presidencia. Se ejecuta parte del presupuesto sin la anuencia de los directores y cuando se convoca a reunión difícilmente se encuentra el quórum necesario para deliberar. Hay declaraciones contrapuestas y puntos de vista diferentes que ningún bien le hace al organismo y ciertamente rencillas por diferencias de pertenencia política o de regiones.
Mientras tanto una sequía sin precedentes afecta a los pobladores rurales de toda su jurisdicción.
La situación con la renuncia presentada por la actual presidente, Liliana Merelles ante el Gobernador Alberto Weretilnek, es también irregular pues debería haber sido presentada ante la totalidad del Directorio.
Son por reglamento los directores quienes deben elevar al gobernador una terna para que de esa forma sea elegido el Presidente del Ente y su Vice Presidente.
El conocer el nombre por anticipado de su probable reemplazante y por trascendidos periodísticos tampoco es bueno, dado que la terna debiera de surgir por iniciativa y consenso del directorio buscando el perfil de un algún ciudadano caracterizado que conozca la problemática de toda la región.
A lo largo de su historia muy pocas veces excepto en sus primeras gestiones se tuvo en claro cuáles serían las condiciones a crear para alentar la producción ganadera tan característica de toda la región y revertir la situación de crisis recurrentes que soporta, siendo estas premisas el verdadero objetivo de su creación: crear las herramientas productivas para transformar la situación económica y de baja rentabilidad de la Región Sur de Río Negro. Hasta la fecha solamente se han implementado subsidios que no son otra cosa más que paliativos que de poco sirven para alentar una política integral de la región. También se han bajado programas nacionales cuyo financiamiento no contempla la realidad de los pequeños productores rionegrinos que tratan de subsistir penosamente atados a unidades económicas insuficientes.
No se ha bregado por ejemplo por decisiones políticas que ayuden a superar la coyuntura como la instalación en cada una de las localidades de una pequeña delegación de Vialidad Rionegrina para atender los caminos vecinales que se encuentran en estado deplorable, implementar una ley racional para el control de plagas, incentivar en forma permanente los programas de control canino de cada uno de los municipios para atenuar los daños que hacen al ganado las jaurías de perros cimarrones, dotar a las comisiones de fomento de equipos de comunicaciones, solicitar a las autoridades nacionales la colocación de balanzas sobre la Ruta Nacional Nº 23 para que no se siga deteriorando con el tráfico de camiones excedidos de carga, combatir en serio la desertificación de los campos, reclamar por la construcción del nuevo puente sobre el Arroyo de Nahuel Niyeu, impulsar en la propia región sur el asiento de delegaciones universitarias en las carreras claves que necesita la zona, tener un programa de becas propio con valores mayores que los de otras zonas de la provincia por razones obvias, desarrollar los valles menores con producción de frutas finas, pasturas, invernaderos, etc., peticionar un presupuesto que permita algo más que mantener la estructura burocrática del mismo, entre otras mil razones más.
Fueron loables los fundamentos que dieron creación al Ente que si no se hubieran desvirtuado, otra sería la realidad de la Línea Sur. Ante el recambio de autoridades en el mismo se está a tiempo para cambiar. Para volver a empezar. Porque la situación de crisis terminal así lo exige. Por aquellos visionarios dirigentes que tuvieron el sueño grande de una Región Sur en desarrollo e integrada en igualdad de condiciones a las otras regiones de Río Negro. Ha sonado la hora de ser responsables y que la dirigencia política con poder de decisiones se ponga los pantalones largos, comience de una vez por todas estar a la altura de las circunstancias y que el Ente recupere el valor protagónico para el que fue creado y que debe tener.
Jorge Castañeda
Escritor – Valcheta