Las elecciones se ganan con buenos Gobiernos ● Ana Piccinini
La Falta de claridad con respecto de quien manda, la ausencia de roles definidos ante las responsabilidades de cada decisor político, la carencia de identidad de las distintas áreas que sin marcado contorno no se perciben como partes de un todo: El Gobierno.
El éxito que debería estar basado en una respuesta institucional elaborada sobre la información y la certeza se cifra en puestas en escena.
Sin objetivos de transformación ciertos, sin planes, sin articulación alguna, ni hacia adentro ni hacia afuera, la nave conducida por Weretilnek nos lleva hacia el fin del mandato constitucional sin haber corregido los graves problemas que aquejan a nuestra provincia y, lo que es peor, se persiste en errores del pasado agravando el panorama. Con motines que sin duda han lesionado no solo la confianza del electorado, sino la del Partido Justicialista, principal aportante en el F.p.V., fuerza política en el Gobierno, a punto tal que la desconfianza, la intriga y las estrategias destructivas han tomado un protagonismo nefasto, cruel que, como el ácido, destruye sin discriminar con grave riesgo de que todo lo bueno, lo malo, lo recuperable y lo irrecuperable quede destruido a su paso.
Los mayores referentes, los emblemas del Proyecto Político plebiscitado en Setiembre de 2011, se sacuden en rencillas vergonzantes, con acusaciones de un voltaje tan elevado que lastiman los oídos de una sociedad que no acierta a sentenciar cuales son las razones o las sin razones que justifiquen un enfrentamiento tan expuesto y violento. El estado de sospecha, tiñe igual a todos los contendientes, los afecta, los daña en su credibilidad y a tal punto alimenta la desconfianza ciudadana que gran parte de ella afirma que pelean no por lo que dicen pelear, sino por lo que esconden.
Coincido en el reclamo por parte del senador Miguel Pichetto en el sentido de que hay que concentrarse en la gobernabilidad, nada más preciado como bien institucional que la vigencia plena del Estado de Derecho y la Paz Social. Con lo que no coincido es con los fundamentos de este reclamo. El hombre fuerte de Rio Negro alega como causa de su vulneración el hecho de que algunos integrantes del F.p.V. hayamos manifestado nuestra vocación de acceder a la gobernación en el próximo período constitucional. De lo que estoy segura es que los fundamentos a tan equilibrado reclamo, deberían apuntar a que los ejecutores responsables de llevar adelante políticas de Estado depongan actitudes de neto corte personal al punto que las mismas lesionan sin solución de continuidad la entraña misma del gobierno.
La confusión y la desconfianza se están adueñando del Estado. La incapacidad de los dirigentes de resolver los conflictos personales ha llegado a tal punto de beligerancia que obliga a la intervención de oficio de la Justicia, y una vez allí, se convierte en el peor enemigo de los contendientes. Agravado esto ante el ruidoso silencio de un S.T.J. que no protege ni cuida a sus jueces y fiscales, en nombre tal vez de una actuación independiente, justificando sin duda así su deserción en una batalla institucional donde ellos deberían ser los principales correctores. Desde luego no me estoy refiriendo a su rol como cabeza de la Jurisdicción, sino como cuerpo político que debe también garantizar, a través de posicionamientos claros, el apego a las reglas éticas que no se deben quebrantar en el Sistema Democrático.
Para completar el desempeño de los poderes frente a la crisis y la confusión reinante no puedo soslayar el papel de la Legislatura. Este poder que es el más grande contralor del Estado de Derecho hoy es un simple espectador.Paralizado por la coyuntura, en su agenda reducida a la mínima expresión, no aparecen ninguno de los temas que reclaman los rionegrinos. Prueba fehaciente de quien equivoca su rol. El Legislador es el representante del Pueblo no del Gobierno de turno.
No se debate sobre la inseguridad reinante, sobre las prórrogas de las concesiones petroleras, sobre la salud y la situación de nuestros hospitales, sobre la situación de conflictividad de nuestros barrios o sobre la situación de nuestros pequeños y medianos productores por citar algunos temas.
Por estos días se agendó como una prioridad a las Paso. Ley de corte electoral que en nada va a contribuir a cambiar la realidad de nadie.
Alguien debe urgentemente levantar la bandera de la paz política y del diálogo. Humildemente creo que corresponde la enarbole el Gobernador.
Soy y seré crítica de las malas acciones del Gobierno.No puedo callar cuando algo me parece equivocado. Con razón o sin razón trato de hacer saber a mis representados cual es mi postura sobre los temas trascendentes, pero también quiero un Gobierno fuerte, convencido, articulado, predecible, parado en la vertical de sus funciones y competencias constitucionales, respetuoso de la Ley, medido en su verba.
Soy combativa, lo admito, pero mido a mi contendiente, disminuyo mi fuerza cuando advierto la debilidad del que tengo enfrente.No podemos permitirnos, faltando dos años aun para terminar el mandato,seguir adelante con esta actitud de destrucción que solo sirve para generar las expectativas de aquellos que hacen política alimentándose del oportunismo, de las sobras, de lo que queda.
Construir el presente y futuro de una Provincia es una tarea de responsabilidad extrema. No da lugar a especulaciones personales. Las elecciones se deben ganar con buenos gobiernos. Y un buen Gobierno requiere prioritariamente vocación de servicio y respeto hacia nuestros mandantes.
Ana Piccinini
Legisladora FpV