Esclavitud laboral e hipocresía ● Nuevo Encuentro
Atónitos, asistimos al anuncio de un convenio entre la provincia de Río Negro y el gremio de los trabajadores rurales UATRE, destinado a “fortalecer la difusión de la legislación laboral y la fiscalización de las normativas”, despojado de cualquier planificación integral para el combate contra el trabajo esclavo.
Atónitos también, escuchamos los halagos de Alberto Weretilneck a Gerónimo “Momo” Venegas, días después de su pase al massismo.
El líder sindical no solo está encuadrado en la corriente política que quiere reeditar el neoliberalismo en la Argentina, sino que también acumula denuncias en diferentes zonas del país (Misiones, Corrientes, Tucumán, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, Mendoza) por “complicidad” con la patronal rural. Esto fue motivo de diversos artículos periodísticos y detonó cuestionamientos del gobierno nacional.
Venegas fue uno de los aliados de la Mesa de Enlace en tiempos de la Resolución 125, y criticado por no fiscalizar campos donde las condiciones laborales, de alojamiento, seguridad e higiene no estaban garantizadas, por ejemplo, los de Luis Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural Argentina, donde RENATEA detectó trabajo esclavo.
Río Negro es, producto de la actividad frutícola, una provincia donde también se detectan situaciones de esclavitud laboral. Y ningún gobierno ha generado políticas integrales para erradicarlo, beneficiando a los dueños del negocio que pagan salarios miserables y exponen a los trabajadores a condiciones infrahumanas.
Una política sólida incluye más que la “difusión” de la legislación laboral.
Aún resuena la desaparición de Daniel Solano, un trabajador rural que llegó a Choele Choel desde Salta a trabajar la tierra.
Requerimos políticas laborales que dignifiquen al trabajador, que promuevan su bienestar y porvenir. El Estado debe intervenir –no solo con subsidios- en la actividad frutícola. Sin justicia social no hay provincia viable.
NUEVO ENCUENTRO