Otro 17 de Octubre, uno más, siempre con “las patas en la fuente” ● Martín Díaz

Martin DiazSiempre sostuve que tener una “visión poética” de los acontecimientos históricos no implica perder la objetividad sobre esos hechos. Por el contrario, vestir las palabras y las ideas con prosa literaria engalana la realidad y la torna apetitiva, atractiva, interesante.

Aquel 17 de octubre de 1945 también convocó a espíritus creadores de poetas argentinos cuya sensibilidad les permitió describir y detectar en el fragor de lo popular, la importancia por el movimiento y el amor por su líder, su conductor. Por ejemplo Lamborghini, poeta argentino nacido en 1927, aludiendo a aquella foto de los militantes refrescándose los pies en la fuente de la Plaza de Mayo, en su poema “Las patas en la fuente” captura un fragmento de espacio – tiempo que al transformarlo en poesía lo torna tan pero tan vigente que cada 17 los peronistas repetimos aquella estrofa:

“No son todos los que están

no están todos los que son”

…mi pobre especie son los no antologados

Otro gran poeta fue Leopoldo Marechal que, más allá de su creación “Al 17 de octubre”, interpeló directamente aquel fenómeno de masas nunca antes visto con la siguiente crónica: “El coronel Perón había sido traído ya desde Martín García… De pronto me llegó desde el Oeste un rumor como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia: el rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música de una canción popular y, enseguida, su letra:

«Yo te daré

te daré, Patria hermosa,

te daré una cosa,

una cosa que empieza con P

Perooón».

Y aquel «Perón» resonaba periódicamente como un cañonazo. Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo a la Plaza de Mayo. Vi, reconocí, y amé los miles de rostros que la integraban no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina «invisible» que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar sus millones de caras concretas, y que no bien las conocieron les dieron la espalda. Desde aquellas horas me hice peronista».

Tanto crónicas, relatos, como poesías se tornan elementos valiosos para apreciar, interpretar y revivir aquella pasión manifestada en clave de masas, esa exaltación que Scalabrini Ortiz denominó con justa razón “el subsuelo de la patria sublevado”, ese proceso que habría de marcar un punto de inflexión en la historia argentina y de toda América latina.

Pero si de poetas se trata, resulta inevitable reconocer en Juan Domingo Perón un trovador de lo popular con una gran vocación política, aptitud de servicio y construcción de lo colectivo. La trova pregonada por Perón poseía un sentido “simple, práctico, popular, profundamente cristiano y profundamente humanista”, tal cual reza la décimo cuarta verdad. Quien más que él para interpelar la realidad del sentir popular, si del pueblo salió y al pueblo sirvió. Cómo supo decir, “la conducción no se aprende, sino que se comprende” y ello, entre otras virtudes, lo supo transformar en el máximo referente y conductor del movimiento más popular que tuvo argentina y del designio de millones de compatriotas.

Pero esa masa que se movilizó aquel 17 de octubre lo hizo con un profundo sentido popular y en reclamo de la libertad de su líder, de su conductor. Ese pueblo que en fotos históricas puede observarse con “las patas en la fuente”, “patas”, que metafóricamente, desde aquel día hasta hoy, jamás sacaron de la fuente original del movimiento, del pueblo… y la máxima expresión de ello fue la lealtad demostrada al General.

Nada es azaroso, sobre todo si de política se trata. Y el clamor de ese pueblo no se debió a la devoción por un hombre. Por el contrario, en ese momento se forjaba en aquel tejido social la identidad y la filosofía de un movimiento, un nuevo movimiento que contemplaba derechos de minorías, excluidos y proponía una identidad nacional basada en la justicia, la soberanía y la equidad, una identidad centrada en la doctrina peronista. Porque esa masa no votó a un hombre. Los hombres no se votan, sino las ideas que representan y los movimientos a los que permanecen.

Como decía el General: “La doctrina es el único caudillo capaz de soportar la acción destructora del tiempo”. Por ello hoy, 17 de octubre, no recordamos a Perón sino rememoramos la defensa de esa doctrina y la lealtad por el movimiento. Hoy, 17 de octubre, seguimos sosteniendo las banderas de la justicia social, la soberanía política y la independencia económica y redoblamos nuestro compromiso de no “sacar las patas de la fuente”.